Ficciones

Ficción es una creíble realidad que no se sujeta en todos los fundamentos de lo real, y por ello cae o puede caer al suelo o en enfermedad

Jorge Luis Borges rodeado de universitarios en una imagen de archivo.
Jorge Luis Borges rodeado de universitarios en una imagen de archivo.

Detrás de la puerta de mi despacho quedan los volúmenes de la b de mi biblioteca, ahí detrás está escondido todo lo de Borges y lo de Casares después. Me venía rondando por la cabeza desde hace varios días y ayer entorné la puerta para recuperar el volumen pensado. Ayer porque, además de viernes sin estar todavía libre de clases, la autoridad municipal decretó un toque de queda de terrazas a partir de las diez de la noche, parece que con la intención de convertir la ciudad en un corral de gallinas.

“Los metafísicos de Tlön… buscan [solo] el asombro [porque consideran que es suficiente captar la atención de la gente, y que quien se atreve a usar palabras gruesas y expresiones demoledoras contra una persona, desde la posición más alta de la nación, no puede estar mintiendo, porque si él miente todo estaría perdido]” y afirman que “el substantivo se forma por acumulación de adjetivos. No se dice luna: se dice aéreo-claro sobre oscuro-redondo o anaranjado-tenue-del cielo…”. Y es aquí donde Borges nos descubre, seguramente acordándose de Platón, que los sofistas con sus palabras sin substancia, huecas, son unos sinvergüenzas engañadores del donde-digo-digo,-digo-Diego, por cuanto que cielo es un sustantivo y no otra cosa, y por eso mienten los metafísicos de Tlön y los sofistas de Platón, que las formas de engañar son muchas y variadas, y mentir no es solo no decir la verdad sino hacer creer que la verdad es falsa. Igual que a escollo le corresponde un veto.

El martes, X atraviesa un camino desierto y pierde nueve monedas de cobre. El jueves, Y encuentra en el camino cuatro monedas, algo herrumbradas por la lluvia del miércoles. El viernes, Z descubre tres monedas en el camino. El viernes de mañana, X encuentra dos monedas en el corredor de su casa. El heresiarca quería deducir la historia de la realidad … de las nueve monedas recuperadas.” Donde el heresiarca es el mentiroso a los ojos de la Verdad.

“Los defensores del sentido común… denunciaron la pérfida circunstancia algo herrumbradas por la lluvia del miércoles, que presupone lo que se trata de demostrar: la persistencia de cuatro monedas, entre el jueves y el martes… y formularon una especie de reducción al absurdo… Argumentaron: si la igualdad comporta la identidad, habría que admitir asimismo que las nueve monedas son una sola.”

Esto es lo que hemos estado viviendo los días pasados. Ficciones, que en Jorge Luis Borges son una literatura interesante, e interesante porque como en el teatro, también literatura, los mundos y las vidas no tienen que ser verdad, ni mentira, tienen que ser creíbles: un espejo de la realidad. Cuando en la literatura se escribe solo la realidad se destruye la literatura; cuando en la realidad se vive en la ficción, se destruye la vida o se está enfermo, o se vuelve uno enfermo.

Ya todo el mundo parece haber aceptado que la vida es ficción y creo que se confunde el mundo dramáticamente, ficción no es sueño, como en la denuncia Calderón de la Barca: “que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”. Sueños no son ficción sino anhelo, deseo, persecución de un ideal. Ficción es una creíble realidad que no se sujeta en todos los fundamentos de lo real, y por ello cae o puede caer al suelo o en enfermedad. O peor, en el intento de forzar, destruyendo, la realidad y a las personas que la habitan.

Esto era un relato, el de Borges, en el que Bioy Casares argumenta con una Enciclopedia Británica que solo él tiene y que es la falsa. ¿No será que Borges quiera también contarnos lo absurdo que es que cada quien maneje la verdad como le dé la gana? ¿Los problemas que entraña el que la verdad sea disponible? La reducción al absurdo que proponen de la mano del genial (…) los que todavía no han perdido el sentido común.

Hacer política-de-las-cuitas-personales no es hacer Política, sin duda, y reducir la Política a las cuitillas de los celillos y las pequeñas envidias tampoco. Política de series de televisión de calidad clase B, desentenderse de la más mínima dignidad para inventar constantemente una verdad nueva, negadora de la verdad anterior es el camino hacia el totalitarismo descrito con maestría sin igual por Geroges Orwell.

Los guionistas de Sánchez y Calvo han actuado con completa y absoluta irresponsabilidad y mediocridad, y han reducido a cenizas la idea de una verdad recta, sea la que sea: han entregado el concepto de verdad al caprichoso deseo de los sueños de verdad, que en manos totalitarias materializarán el fascismo perfeccionado que deseaba combatir “1984”. Solo para alcanzar sus objetivos pigmeos, sobre cuya legitimidad está todo por decir.

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