Concentración por Juan Campos en la Plaza de Jerez.
Concentración por Juan Campos en la Plaza de Jerez. MANU GARCÍA

El robo infructuoso de este fin de semana a las puertas de la Plaza que lamentablemente ha terminado con la vida de Juan Campos ha reabierto un viejo debate que se repite cada cierto tiempo. ¿Existe un problema de seguridad ciudadana en Jerez y más concretamente en el centro?

Así opinan algunas personas en las redes sociales, que no han dudado en expresar su miedo. Incluso había quien comparaba Jerez con el Bronx de Nueva York. Como no podía ser de otra forma, estos hechos han sido utilizados con fines políticos, acometiendo contra el Gobierno Local. Se le acusa de haber dejado al centro sin comisaría de policía y de llevar una política laxa en lo que a pedigüeños y politoxicómanos respecta. En primer lugar, me parece muy miserable utilizar la muerte de un hombre con estos fines. Y, en segundo lugar, se pretende difundir un supuesto problema de inseguridad que realmente no existe.

Es cierto que hay un número considerable de pedigüeños en el centro, de los cuales bastantes parecen tener problemas con las drogas, pero rara vez se meten en líos. A lo largo de los años e intercambiando experiencias con nuestros hosteleros de confianza, lo más atrevido ha sido hacer el amago de robar una hamburguesa. Por supuesto que resulta molesto que a lo largo de una mañana se te acerquen varias personas a pedir limosna o incluso alguna croqueta mientras estás sentado en una terraza, pero mientras se niegue educadamente y desde el respeto, no habrá ni la menor complicación.

Aquí el verdadero problema es de aporofobia y de clara discriminación hacia personas que se encuentran en una situación muy delicada. Si no fuese suficiente con haberlo perdido prácticamente todo, hay quien pide violencia y un duro trato por parte de las autoridades al más puro estilo de un régimen fascista obseso del orden. La mayoría de quienes así lo piden viven en una burbuja. Para ellos, que un pobre se acerque a menos de cincuenta centímetros de su Mercedes o que les dirija la palabra es tan chocante que se sienten inseguros. Así, en un acto de deshumanidad, luego les niegan todos sus derechos.

Quienes creen que en Jerez existe inseguridad nunca han vivido en una gran ciudad. Un día saliendo del supermercado en Sevilla, un drogadicto me arrinconó en un paso solitario exigiendo que le diera cinco euros, que tenía demasiado mono, que le estaban esperando y que no estaba para tonterías. Un destornillador asomaba por su bolsillo y su mano no andaba muy lejos. Si bien conseguí zafarme, estuvo bastante cerca. Se ve que allí la heroína haría mayores estragos. El número de politoxicómanos que me encontré era mucho mayor que el de aquí, y su repertorio de tretas y engaños estaba muchísimo más trabajado. Todavía estamos intentando arreglar el daño que hizo ese veneno en los años 80, y no sé cómo después de cuarenta años hay quien sigue pensando que la solución es la exclusión.

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Comentarios (1)

Sebastián Giráldez Hace 2 años
Señor Pablo Cabello,soy Sebastián Giráldez,te escribo con nombre y apellidos,me encuentro en mi comercio de la calle doña Blanca 9,a ver si usted capaz de venir y debatimos el artículo,pues por lo que veo usted por el centro viene poco,es muy fácil escribir detrás de una mesa sentado,o eso,o le han dicho lo que tiene que escribir,en fin,sea como sea lo que es único que no es cierto es su artículo,no intente engañar a la gente por favor,le invito a que venga y pregunte a los ciudadanos
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