Europa y sus luces

Me pregunto, desde que llegó y pasó la Navidad, qué sentido tiene que acá se celebre el solsticio de invierno cuando el que comienza es el de verano

Desfile de escuelas de samba en Montevideo. PabloMtnezCalleja, 2023. Europa y sus luces.
Desfile de escuelas de samba en Montevideo. PabloMtnezCalleja, 2023. Europa y sus luces.

Salgo del ranchito donde vivimos entre las dunas entre las primeras luces de la mañana de acá. Mientras lo escribo, en Europa ya es media mañana; en la Europa más occidental. En apenas cuatro minutos se cruzan y se llega a la playa, inmensa, de arena blanca, de mar bravo, atlántico; una playa sin puestas de sol. No todas las playas son para aplaudir ridículamente. Hay playas de este mundo que miran al Este.

El último mosquito de la noche sigue revoloteando a mi alrededor, ahora que ya salí del cubo de malla que solo resulta visible cuando el lucero del alba penetra por el ventanuco de mi amplio cuarto. Bajo el porche de uralita escribo. La hamaca paraguaya cuelga frente al parrillero, a cierta distancia. La yerba está mojada por el rocío. Ayer vi que uno de los puestos que se acomodan sobre las calles de tierra vendía papel de caña; no es solo que Europa sea capaz de fabricar papel de yerba. La yerba mate me espera luego.

Todavía trastea el recién iniciado Carnaval de Montevideo en mi memoria. Me pregunto, desde que llegó y pasó la Navidad, qué sentido tiene que acá se celebre el solsticio de invierno cuando el que comienza es el de verano. Qué en esa lógica se celebre el Carnaval y en mi memoria se entrevere con el Carnaval de verano de Cádiz, algo excepcional también en Cádiz; pero acá el Carnaval es en verano y la Semana Santa en otoño. ¿Cómo se va a explicar acá todo ese batiburrillo europeo de que la Semana Santa es una celebración de la vida engarzada, por lógica, en la primavera?, ¿y eso de que Jesús nación como la Luz del Mundo el 24 de diciembre, cuando acá es el día más largo y más luminoso? No, esa luz acá no faltaba ni era necesaria; lo era en Europa.

Acá había ya un Carnaval antes de que llegara el Carnaval, estoy seguro, y lo cambiaron de fecha nada menos que seis meses, para que todo se acomodara a esa Europa que exudaba cristianismo y cuyas consecuencias, por su estilo de vida, más actuales están bien a la vista: la destrucción del planeta, la pobreza severa, muy extendida, con todas sus derivaciones. En esta playa conviven el turisteo de ciudad con la red de pesca que da para comer y cuyo pescador habita una ruina. En todos los Carnavales habitan el turisteo de izquierdas por la justicia social y la visibilidad y las egocentrismos oscurecedores.

No solo, acá se incorporó el candombe al Carnaval y así se hizo real un pasado africano negado durante tanto tiempo; y la samba, se incorporó también. Quizá se crea que conviven bien todos juntos porque hay danza y tambores y el Carnaval es una juerga, que también lo es, pero no solo. El candombe es menos juerga de lo que parece, si lo pensamos bien. Su paso de baile recuerda la máxima separación que los grilletes de los esclavos les permitían a sus pies. La murga, con toda esa alegría dicharachera, deja versos ácidos contra hechos embrutecedores de la realidad. La samba; la samba despista mucho más con su sexualización de los cuerpos, que hoy pudiera reinterpretarse de la mano de su visibilidad y de la abundancia de varones en el papel de las bedettes, sobre carros alegóricos de raíz medieval europea, en los que no faltan tampoco enormes símbolos de cristo.

El Atlántico sacude con su fuerza y produce esas detonaciones tan propias de una costa rocosa. El sol ilumina con intensidad; todavía se percibe la humedad del rocío; la vegetación se amontona donde puede, porque la laguna cercana lo favorece. El pescador no habrá salido, todavía, a buscar su red. Sé que hay personas que habitan las calles del Río de la Plata que estarán ahora abriendo las canillas escondidas a un lado en los portales para su aseo de mañana. El cartel que anuncia la exterminación de la plaga de murciélagos sigue colgado a dos cuadras de acá. Los mosquitos diurnos, o que no se han retirado y dormir, me siguen rondando. Hay una parte del mundo que hace como que nada pasara.

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