Juana Rivas, en una imagen de archivo.
Juana Rivas, en una imagen de archivo.

No he leído las sentencias, autos, providencias, ni demás documentos y actos judiciales, es decir no sé nada de la causa judicial que desde hace años se sigue contra una mujer indefensa a la que se condenó a no poder vivir, antes de ser juzgada. Pero que sea un ignorante en todo esto no significa que no sepa lo que le está pasando a esta mujer, o sea un neófito en derechos humanos y justicia social.

Desde hace años contemplo estupefacto como la maquinaria del Estado se empeña con todo su esmero y esfuerzo en perseguir y condenar a una mujer por querer proteger la vida de sus hijos. Debe ser la misoginia de la masculinidad, el odio cruel y rencoroso hacía la mujer, el motivo de esta obsesión.

Si lo pensamos bien, el castigo a esta mujer no es sino la representación de toda la violencia y menosprecio que el estado y el poder de los hombres, ejerce históricamente sobre las mujeres. No tiene sentido la persecución llevada a cabo, sino es para ejemplarizar en el castigo a una mujer valiente, el castigo a todas las mujeres. Un aviso a quienes osen desafiar las reglas de un patriarcado hegemónico y opresor.

Y todo sucede con la complacencia de una sociedad masculina, una cultura, y unos medios que prefieren mirar a otro lado, cuando no justificar y defender unas leyes creadas por hombres, interpretadas y pensadas por y para nosotros, con el objetivo de mantener nuestro poder. Las mujeres son “sujetos” extraños, sin espacio, posición o derechos en una sociedad donde el valor de las señas de identidad masculinas son el único referente válido, legal, político, social, jurídico, cultural y económico.

Lo que le está pasando a esta mujer vulnera el derecho natural, y los derechos fundamentales más básicos y esenciales, la dignidad, la seguridad, la integridad. Separar a una madre de sus hijos e hijas menores contra su voluntad y la de estos sin que exista causa racional que lo justifique, y entregar su custodia a un padre ausente condenado por violencia de género, no es humana ni jurídicamente aceptable, y sin embargo es la consecuencia de la acción de un estado que se pregona social y democrático de derecho, que todos aceptamos con normalidad.

Juana Rivas es la imagen de la lucha del feminismo por una sociedad más justa e igualitaria. Es la visión clara y perfecta del menosprecio del poder de los hombres hacía las mujeres, sus derechos, y su seguridad. Apoyarla es denunciar la violencia de género, defender la justicia, la igualdad, y la vida. Toda la sociedad está interpelada, y en especial nosotros los hombres, a cambiar un sistema y un modelo de sociedad y convivencia que está basado en unas reglas injustas y opresoras. Hasta que eso no suceda la lucha de Juana Rivas estará viva.

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Comentarios (2)

Sandro Hace 2 años
La verdugo convertida en víctima. La maltratadora de sus hijos, la que hizo 10 denuncias falsas contra su ex, la que promovió una campaña de acoso y difamación públicas contra su ex, la que usó a sus hijos como ariete para su causa feminista, la que fue valorada por una perito como desequilibrada y manipuladora. ¿A ésta es a la que queréis convertir en heroína? ¡Qué pocos escrúpulos morales!
Arturo Hace 2 años
Hay 13 peritajes diciendo que los niños sufren maltrato del padre, y se la lleva a la cárcel por retener a los niños (26 días) cuando el 'padre' cometió el mismo delito en 2012 pero 47 días, reteniendo al niño cuando se acabaron las vacaciones estivales e impidiéndole volver a España al colegio. Parte del maltrato está ejercido por los medios de comunicación que tratan de engañar mostrando a esta madre como inocente y al padre como un 'buen padre'.
Sandro Hace 2 años
Tu comentario es una colección de mentiras. No hay ni un solo peritaje a favor de Juana, a menos que consideres "peritaje" denuncias desechadas por ser más falsas que un euro de madera. El padre no ha sido condenado por ningún delito salvo en 2009, y sin pruebas, gracias a las leyes matriarcales que padecemos. La madre SÍ ha sido condenada y ratificada por sus delitos. Y sí, el padre es muy buen padre y la madre es una maltratadora, embustera, desequilibrada, manipuladora (lo dice la per
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