'Establishment dixit'

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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España es una gran nación y por ello en nuestro país a veces lo mejor es no tomar ninguna decisión, que también es una decisión.

España es una gran nación y por ello en nuestro país a veces lo mejor es no tomar ninguna decisión, que también es una decisión. Un argumento que bien podría justificar a gran parte de nuestros abstencionistas (y votantes). Mariano Rajoy ganó las elecciones el pasado 26 de junio aunque nadie cree que los españoles se hayan equivocado y que hubiera que repetir las últimas elecciones. No sucede lo mismo, sin embargo, en el Reino Unido. Parece ser que, según para qué, los ciudadanos votan bien o votan mal.

Los británicos decidieron en las urnas abandonar la Unión Europea. Que sea por la mínima no exime que el leave sea legítimo. Sin embargo, desde que transcurrió el referéndum no hemos parado de escuchar en los medios que los británicos votaron sin saber lo que estaban votando ni las consecuencias de lo votado. En vista de las circunstancias y tras el anuncio de la saca de 8.700 millones de la hucha de las pensiones cabría preguntarse, ¿saben los españoles lo que han votado? Desde luego, no voy a ser yo el que cuestione la voluntad y la decisión democrática de la población española pero, lamentablemente, me sorprende que según para qué la voz de la ciudadanía sea cuestión o motivo de debate. En estos días, además, he escuchado que según las encuestas —la demoscopia es una ciencia exacta— los británicos han cambiado de opinión y ahora están por el remain. A estos estadistas y voceros de la libertad de expresión tal vez se les hayan olvidado las encuestas que precedieron a la celebración del referéndum británico o las propias encuestas a pie de urna de las últimas elecciones españolas. Pero no olvidemos que las encuestas, además de estar cocinadas, son utilizadas como instrumento para influir en la opinión pública sin ningún tipo de reparo. Una encuesta es una encuesta y un voto es un voto, las cosas como son. La sociedad en la que vivimos es muy influenciable y "mucho influenciable".

En otro orden de cosas, el anuncio de la celebración de unas nuevas elecciones en Austria ha sentado como un jarro de agua fría tanto a europeístas como a los sectores de centro y de izquierdas de toda Europa. El Tribunal Constitucional de Austria ha aceptado la petición del partido populista y xenófobo FPÖ —los ecologistas ganaron la segunda vuelta de las elecciones por sólo 30000 votos— de celebrar unas nuevas elecciones tras una serie de denuncias de irregularidades en el recuento de votos. De esta forma, la amenaza de que un nuevo ejecutivo de extrema derecha se alce en el poder de un país de la UE vuelve. Mientras, en España la exposición de casos de irregularidades en las mesas electorales es un chorreo constante. A la validación de centenares de votos que se le habían anulado a Unidos Podemos en la provincia de Toledo por una insignificante variación en el logo de sus papeletas se le suman los casos de mesas electorales en los que algunos partidos minoritarios —como Recortes Cero o PCPE— superan abrumadoramente en número de votos a Unidos Podemos. Particularmente yo no creo que en España haya habido fraude electoral, como se ha estado especulando desde numerosos círculos y redes sociales en los últimos días. Pero sí que creo que el Gobierno y el Ministerio de Interior —esa institución del Estado que se ha utilizado con intereses partidistas, a estilo de lo que se hacía en la época franquista—, debería responder con contundencia y argumentos a esta serie de denuncias.

Es obvio que si no hay nada que ocultar se proceda a ello. En Austria sólo por noventa declaraciones se han celebrado unas nuevas elecciones. Ya que estamos, en Venezuela una sola denuncia hubiera bastado para ser portada en todos los periódicos del Reino de España. A veces uno tiene la impresión de que los mass media son los que deciden qué es democrático y qué no. Eso o será que algunos ciudadanos tenemos un concepto distinto de democracia, libertad e información. Pero qué se le va a hacer. Establishment dixit.

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