España no es país para cobardes

Votar el día 23 de julio es un acto de valentía democrática, de seguir construyendo en democracia, de continuar avanzando en derechos y en justicia social y tributaria

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, candidatos de PSOE y PP a la presidencia del Gobierno.
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, candidatos de PSOE y PP a la presidencia del Gobierno.

España no es como nos la dibujan los grupos de la derecha mediática a través de personas trileras, falsos periodistas corruptos que, como el Judas de la Biblia, reciben las treinta monedas por traicionar a la patria mintiendo día tras día. Dibujando un escenario contrario al que existe. Así se niega que la inflación ha bajado del 2%, que las pensiones se han revalorizado según IPC, que el PIB ha crecido por encima del 4%, que el salario mínimo interprofesional ha subido más del 60%, que el precio de la luz se ha contenido y bajado por la excepción ibérica, que el desempleo ha experimentado la mayor disminución de los últimos quince años, que el contrato laboral indefinido es la regla general y no la excepción, que las mujeres y los colectivos LGTBI están más y mejor protegidas y reconocidos sus derechos esenciales, así mismo, se han sentado bases de cambio climático y de transición energética, por solo nombrar algunas de las actuaciones más importantes del gobierno de coalición PSOE y Unidas Podemos. Cambios impensables si el partido socialista hubiera gobernado solo. Necesita, por tanto, ser acompañado por la coalición Sumar donde se encuentran organizaciones y personas que no se acobardan en los momentos clave.

De todas esas negaciones de la evidencia hemos sido testigos, al tiempo que se promociona una persona para la presidencia del gobierno con relación directa de amistad con un narcotraficante, con el que la Xunta de Galicia ha hecho negocios. Es la misma persona que con naturalidad miente una y otra vez dando datos falsos y contrarios a sus propios actos políticos y personales y, una vez descubierto en el percal de la mentira, con cobardía, insiste desde su trinchera mediática en la falacia y dice que lo hace en nombre y por el bien de España. 

Que Feijóo haga una política basada en mentiras y que luego sea un cobarde por no reconocer que ha sido descubierto y que no pida disculpas al pueblo español por sus falsedades no es extraño, es normal para quien de eso vive y es su forma de vida. Lo extraño es que Pedro Sánchez no se lo diga a la cara cuando ha tenido oportunidad. Yolanda Díaz no la ha tenido, aunque sí ha denunciado la relación del aspirante de la extrema derecha (derecha no hay) con el narcotraficante, además que supo aprovechar el momento en el debate televisado para con datos rebatir las mentiras de la extrema derecha (derecha no hay). 

Ese silencio del candidato socialdemócrata solo se interpreta desde la izquierda como una cobardía, más cuando estuvo en un templo de la mentira, con dos falsos periodistas y pudiendo rebatir la mentira no lo hizo, no supo hacerlo. Como agua de mayo, días después en TVE, una periodista que no se acobarda y hace su trabajo con dignidad y profesionalidad, dejó en evidencia al cobarde mentiroso y la verdad floreció.

No defender que se ha gobernado incorporando a la dirección de estado a los partidos nacionalistas de izquierda Bildu y Esquerra Republicana, es además una hipocresía que esconde otra cobardía, que es no reconocer que España es plurinacional y que la respuesta no puede ser otra que la republicana, por supuesto, dentro del cauce constitucional y, que de ganar el bloque de izquierda las elecciones generales, lo que es una probabilidad cierta, si se quiere reeditar la mayoría parlamentaria progresista no hay otra posibilidad que contar con esos partidos, lo que tiene una clara consecuencia directa, que todos los acuerdos que se lleguen tienen como cauce y garantía la Constitución Española.

De cobardía es que el PSOE no reconozca la contundente evidencia que el pacto del 78 ha saltado por los aires, solo nos queda la Constitución, que no es poco, ruptura de la que es responsable en exclusiva el partido popular que ha mostrado su verdadera cara, que no se empacha en implantar políticas xenófobas, de censura, de negación de la violencia de género y del cambio climático, lo que ya se ha puesto en práctica allá donde gobierna en comunidades y ayuntamientos con sus correligionarios fascistas, habiéndose ya anunciado, además, la desarticulación de los escenarios e instituciones que gestionan conjuntamente empresarios y sindicatos, a los que se amenaza con ponerlos en “su sitio” y, la ilegalización de partidos políticos.  

Por todo ello, votar el día 23 de julio es un acto de valentía democrática, de seguir construyendo en democracia, de continuar avanzando en derechos y en justicia social y tributaria, en redistribución justa de la riqueza, de que Europa no se convierta en un pollo sin cabeza. España no es un país para cobardes.

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