Seguimos en el túnel, aunque hay luz al final del túnel: por el mejor regalo de reyes

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Profesor de la EASP. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Seguimos en el túnel, aunque hay luz al final del túnel: por el mejor regalo de reyes.
Seguimos en el túnel, aunque hay luz al final del túnel: por el mejor regalo de reyes. Candela Núñez

Estamos en un túnel. Se ve la luz al final, pero distorsionada y borrosa. Si queremos pasar este momento negro, es fundamental: higiene de manos y distancia de seguridad; evitar abrazos, besos, contacto físico; llevar mascarillas en interiores; cancelar planes si hay síntomas, diagnóstico, contacto estrecho; limpieza de superficies y ventilación de interiores... Todo esto seguirá estando entre nuestros hábitos, no sólo en Navidad, sino en los próximos meses. Y si no queremos que las Navidades nos generen un incremento de personas hospitalizadas y de muertes cómo lo ha ocasionado el día de acción de gracias en Estados Unidos, por favor cumplamos las medidas.

La Navidad no es obligatorio celebrarla, ni hay una manera única de hacerlo. Cumplir con las restricciones impuestas es básico. Nada impedirá poner la mesa bonita, arreglarse y cantar un rato con los seres queridos, aunque sea por videoconferencia.

Es importante ser consciente de que para muchas personas pasar estas fiestas con las restricciones planteadas puede ser duro, pero nos jugamos mucho. En este momento, hay un retroceso de las cifras de incidencia en prácticamente toda España y podemos estar en el declive de la segunda ola. Si no mantenemos estas medidas restrictivas (higiene, disminución de la movilidad y de los contactos, mascarilla, etc.) podemos encontrarnos con una nueva ola a mediados de enero. Seamos sensatos: las medidas que indica la Administración Sanitaria no son infalibles -tenemos muchas incertidumbres ante un fenómeno nuevo- pero son razonables y con seguridad reducen el riesgo, aunque éste nunca será 0.

Por ello, seguir estrictamente las recomendaciones oficiales es fundamental. Hemos de ser responsables, y el mejor regalo de Reyes que nos podemos hacer es no tener ningún ingresado ni fallecido en nuestro entorno. Con los aforos que se recomiendan no podremos reunirnos con el resto de la familia. No será una Navidad “normal”. Pero, es lo que nos ha tocado. Lo ideal es celebrar los días más señalados de la Navidad de una forma más contenida que otros años en lo relativo a contactos sociales. Sabemos que es duro, que muchas veces es de las pocas ocasiones en las que vemos a esas personas en el año, pero hemos de ser conscientes de que son eventos de alto riesgo de contagio entre no convivientes. Y tenemos que cuidar y cuidarnos. Nos jugamos mucho.

Descartar celebrar la Navidad de forma multitudinaria como solemos hacer todos los años forma parte de las cosas que debemos hacer. Es un año de buscar alternativas, al aire libre, con pocas personas y las más cercanas y de innovar en ese sentido. Creo que relajar demasiado pronto o de forma brusca las medidas, en ausencia de tratamientos eficaces o vacunas, está ocasionando que nos encontremos en una "ola continua" de contagios, desde que el virus empezó a circular en nuestro país, que sólo responde a la mayor o menor restricción en dichas medidas.

Se deben reducir al máximo las interacciones sociales, incluyendo familiares que no conviven en el mismo domicilio. Podemos hacer comidas o cenas en casa y conectarnos con el resto de la familia por las distintas aplicaciones que hemos descubierto a lo largo del confinamiento, evitando así poner en riesgo a los demás familiares, especialmente a los mayores y vulnerables y exponernos nosotros. Toda la familia, incluidos los niños, somos conscientes de que no es el momento de realizar actividades sociales ni celebraciones fuera del ámbito de los convivientes.

Por tanto, incrementar las precauciones es fundamental y más cuando en las celebraciones pueden participar familiares o amigos procedentes de otras partes de España o del mundo con incidencias o riesgos superiores al de la propia área de residencia. Y cuando en las mismas participe gente de elevada edad o riesgo.

Cada persona debería saber cuando se expone al riesgo y, si es así, evitar nuevas situaciones de riesgo durante las fiestas (estar en espacios cerrados sin mascarilla, compartir comida....). Si hay personas con síntomas o contactos estrechos, deberían cumplir con la cuarentena y los aislamientos. No debería haber encuentros de los de antes fuera de la burbuja de convivencia si no se puede asegurar que nadie ha estado expuesto.

Que cada uno de nosotros piense en la importancia de proteger a los grupos vulnerables, como ahora los abuelos y abuelas. Es un esfuerzo, lo sabemos, pero menor si se piensa en los riesgos que implica hacer una cena o comida navideña familiar donde puedan contagiarse. Sí, estas navidades son especiales, pero hay que vivirlas como un hecho puntual. Ya tendremos tiempo de abrazarnos y compartir en un futuro, esperemos, a corto plazo. Mientras tanto, muchas reuniones online para saludar a la gente querida.

Desde luego, estas navidades no van a ser iguales a las de siempre, pero es que la situación es bastante diferente a la de siempre. Navidades felices y alegres, pero con muchas precauciones. Hay gente que tiene familia de muchas partes de España o incluso del mundo, y a veces solo tienen un momento al año para reunirse todos: la cena de Navidad. Pero eso tiene que cambiar, porque las circunstancias han cambiado. Tenemos muchas muertes al día en España por coronavirus, y por ahora las cifras siguen aumentando. Es un pequeño sacrificio, pero se lo debemos a nuestros padres y abuelos, tenemos que hacerlo por su salud.

Las restricciones que ha establecido el Gobierno seguramente son insuficientes, pero son necesarias. Limitar el número de personas en las reuniones familiares evitará un gran número de contagios.

De cara a este año, es cierto que va a ser extraño. Tocará adaptarse. Aconsejaría ser prudentes. Imprescindible.

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