Salud mental y covid-19: no sólo se hace en los servicios de salud mental sino en otros sitios

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Profesor de la EASP. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y Doctor en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Joan Carles March, con el psiquiatra Mikel Munárriz, y Pepe Leal, psicólogo clínico, durante la charla sobre salud mental.
Joan Carles March, con el psiquiatra Mikel Munárriz, y Pepe Leal, psicólogo clínico, durante la charla sobre salud mental.

La Confederación de Salud Mental España comentaba en octubre pasado que la pandemia provocada por el covid-19 ha sacado a la luz, con mayor fuerza que nunca, la fragilidad de la salud mental y la necesidad de prestarle atención de urgencia. Un informe sobre políticas acerca del covid-19 y la salud mental, publicado por las Naciones Unidas el pasado mes de mayo, revela que la pandemia de covid-19 ha puesto de manifiesto “la necesidad de aumentar urgentemente la inversión en servicios de salud mental si el mundo no se quiere arriesgar a que se produzca un aumento drástico de los trastornos psíquicos”.

Si a esto se añade que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas en el mundo ha tenido, tiene o tendrá un problema de salud mental a lo largo de su vida, y que los trastornos mentales serán la primera causa de discapacidad a nivel mundial en el año 2030, el escenario de la salud mental se presenta bastante desolador, si no se ponen en marcha las soluciones y las medidas necesarias.

Y hablando sobre el tema, salieron estas ideas: La angustia ante lo que pasa la tenemos todos. Llevamos toda la vida diciendo que las personas con problemas de salud mental son ciudadanos, pues bueno, han demostrado que son ciudadanos. Yo creo que la base de la recuperación en salud mental, que es la participación en lo colectivo, la puesta en juego de sus capacidades y nuestro reconocimiento de que nuestra atención no está centrada en el paciente sino centrada en la persona.

Ha habido como un balance entre efectos que podríamos decir que son positivos, de sosiego, de parar, de pensar las cosas, de reevaluar, de reajustar los valores con efectos claramente negativos en torno al miedo y a la gestión del miedo y la angustia que es, en fin, que los seres humanos pues tenemos muchos instrumentos, algunos buenos y algunos un poco nocivos de gestionar estas emociones.

Las situaciones en las que viven las personas condicionan tremendamente el modo de hacer frente a las nuevas adversidades. Nuestros usuarios también tienen recursos y que lo que hay es que incrementar, no solamente los recursos de salud mental, sino los recursos indispensables para vivir en dignidad y para sobrellevar incluso mejor los problemas de salud mental.

Ahora que parece más evidente que la casa es un lugar de refugio y de cuidado, nos damos cuenta de que hay muchas casas que son invivibles, y que muchas familias que están mejor y muchos jóvenes que están mejor en la calle que en la casa, porque tienen condiciones inadecuadas. Yo creo que ahí deberíamos poner un poco el foco de nuestra preocupación, además de en efecto, ver y lo podemos ver después, cómo desde la perspectiva de nuestro servicio de salud mental hacemos frente a los que en efecto sí que han sido altamente dañados en este momento por las pérdidas o por la propia enfermedad.

Hay que tener como mucho cuidado de la reaparición de las ofertas omnipotentes, de las seguridades falaces y del poderío de ciertos conocimientos que suponen que nosotros lo sabemos todo. Y por tanto, yo creo que ojalá esto también sirva para una cierta humildad del conocimiento y un poco lo que a veces habíamos hablado, diríamos que la militancia en una especie de ética de la ignorancia, que es aquello que nos permite realmente descubrir porque no sabemos.

Yo no soy muy optimista respecto a la transformación colectiva por esto, pero sí frente a los sentimientos que individualmente se están poniendo en juego, y a esa mayor percepción de la vulnerabilidad y de la necesidad del otro para resolverla. Yo creo que sí, si nos quedara solamente esto, que somos frágiles y que necesitamos del otro y que por tanto eso es recíproco o reversible, a mí me parece que sería un gran aprendizaje.

Muchos se han sorprendido de que la atención telefónica haya funcionado. Bueno, pues ha funcionado a los que ha llegado y a los que no ha llegado no ha funcionado y sobre todo ha funcionado porque había un vínculo previo establecido. Yo podía hablar con las personas pero les ponía cara aunque estaba hablando con ellos por teléfono. Y luego también por un aspecto que a mí me ha sorprendido, que es por una parte la horizontalidad, al final había un momento que me preguntaban a mí cómo me encontraba, cómo me sentía, cómo estaba mi familia, y luego una idea de entrar en la cotidianidad de las personas cuando le llamas por teléfono, les llamaba y estaban preparando la cocina, estaban los niños sonando por ahí, el ruido de los niños jugando por la casa o la televisión con los programas de estos de entretenimiento que estaban viendo y que suenan mientras hablas. En fin, eso también ha sido para mí una experiencia personal pero también enriquecido, pero siempre basada en que había un vínculo previo.

Yo creo que hay que reforzar la concepción de salud pública y comunitaria de los servicios de salud mental y desfascinarse del poder de los hospitales, que sin duda es necesario también. Yo creo que no van a hacer falta más profesionales de los que necesitábamos antes pero es que antes ya los necesitábamos, y entonces ese refuerzo del conjunto de la Salud Pública y dentro de la Salud Pública de la salud mental, es una de las respuestas claras.

Yo creo que frente a la épica del cuidado, a la negación de la vulnerabilidad, la lírica del cuidado, que es el reconocimiento de nuestra fragilidad y por tanto, la horizontalidad en el vivir. La construcción de la salud mental es la construcción de nuestra mente, de nuestro aparato psíquico, de nuestra forma de relacionarnos unos con otros, de la sociedad en la que estamos. Tenemos un montón de recursos todos. La salud mental no sólo se hace en los servicios de salud mental sino en otros sitios.

Y todo viene de hablar con Mikel Munárriz, psiquiatra, presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y profesionales de la salud mental, que trabaja como psiquiatra en la Unidad de Salud Mental de Burriana en Castellón y es coordinador de los servicios de Salud Mental de Castellón y con Pepe Leal, psicólogo clínico, que forma parte del grupo de Ética y Legislación de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, profesionales de salud mental y es consultor y supervisor clínico de servicio de Salud Mental y servicios sociales de Cataluña , es una auténtica delicia. Tema: Salud mental y covid-19. ¿Dónde? En la revista científica Gaceta Sanitaria.

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