“Ya que me va a doler, que me pille disfrutando”. Con esta frase, Maite Padilla, diagnosticada de fibromialgia hace 23 años, resume una filosofía de vida que ha desarrollado al convivir con una enfermedad crónica, limitante e incomprendida. En una emotiva entrevista en el programa Salud a Todo Twitch, Padilla relató con crudeza, pero también con esperanza, cómo la fibromialgia ha moldeado su vida, su salud mental y su entorno personal y laboral.
Una compañera de vida no deseada
Maite define su enfermedad como “una compañera de vida”, una presencia constante que impone limitaciones físicas y emocionales. “Es una enfermedad que te limita muchísimo […] te enfrentas a continuos duelos, continuas pérdidas”, explicó. Desde no poder hacer la compra sola hasta no ser capaz de cargar a su hija en brazos, la enfermedad ha erosionado aspectos básicos de su autonomía.
Impacto psicológico y emocional
El dolor continuo y la falta de solución generan una carga mental profunda. Maite relató cómo la fibromialgia afectó su salud emocional desde el principio: “Mi hija tenía un año y medio y no podía cogerla en brazos […] el choque es brutal.” Reconoce haber sufrido varias crisis de salud mental y lucha también con ansiedad y depresión. “A veces estás bien, y de repente tienes una crisis y te vuelves a hundir.”
Una enfermedad estigmatizada
A pesar de que la fibromialgia fue reconocida por la OMS en 1992, Maite denuncia que sigue siendo una patología “invisibilizada” y cargada de estigma: “Se nos trata de débiles, de flojos […] todavía tenemos que escuchar que ‘todo está en tu cabeza’, y eso es muy cruel.”
Este estigma se traslada al ámbito familiar, social y profesional. Amigos que se alejan, relaciones que se rompen y empleos que se vuelven insostenibles: “Hoy en día, entre semana, solo tengo dolor y trabajo. Descanso y trabajo. Fatiga y trabajo”, lamenta Maite. Añade que pasa hasta 11 horas fuera de casa por su jornada laboral, lo cual consume toda su energía y empeora los síntomas.
Reivindicación y necesidad de reconocimiento legal
Uno de los puntos más contundentes de su testimonio es la necesidad de un reconocimiento legal y sanitario real. Denuncia que en su solicitud de discapacidad, la fibromialgia no fue tenida en cuenta: “Me dieron un 19% de discapacidad, por salud mental y problemas renales, pero ni un solo punto por fibromialgia, a pesar de informes detallados de médicos y la unidad del dolor.”
“Eso no puede ser”, repite con firmeza. Reclama cambios legislativos y mayor sensibilización profesional y social para que esta enfermedad sea tratada con la seriedad que merece.
Resiliencia y mensaje positivo
A pesar de los desafíos, Maite no ha perdido la capacidad de disfrutar. “Decidí centrarme en vivir, en ser feliz, porque me va a doler igual.” Su lema “siempre adelante” es una muestra de resistencia cotidiana ante el sufrimiento. Con una actitud positiva pero realista, utiliza sus redes sociales para visibilizar la enfermedad y compartir una visión empática, sincera y optimista.
Conclusión
El testimonio de Maite Padilla pone voz a miles de personas que viven en silencio con fibromialgia. Su relato es un recordatorio de que el dolor crónico no solo duele en el cuerpo, sino que desgarra también las relaciones, las oportunidades laborales y la autoestima. Pero también deja una enseñanza vital: incluso en el dolor, es posible luchar por una vida con dignidad, apoyo y alegría.
“Ya que me va a doler, que me pille disfrutando.”
