Esclavos de la política de vetos cruzados

Esclavos de la política de vetos cruzados.
Esclavos de la política de vetos cruzados.

La política española experimenta a día de hoy unos momentos verdaderamente difíciles, a lo que se le suma un problema que aunque no esté diariamente en los medios, perjudica nuestra estabilidad, nuestro futuro y a nuestra sociedad; la constante incertidumbre parlamentaria ocasionada por el multipartidismo excesivo y los vetos cruzados de partido en partido.

Los presupuestos generales del estado (PGE) o la necesaria renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) han sido víctimas de estas políticas. Tuvimos que presenciar como la formación política Ciudadanos, no pactó los presupuestos no porque los considerasen malos para el país, sino porque Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) había dado su sí a las cuentas generales; lo que causó un inexplicable malestar en los naranjas. En cuanto a la renovación del CGPJ, el partido que lidera la oposición, el partido popular, pone como requisito que Unidas Podemos no intervenga en la firma de tal renovación, cosa también inentendible al tratarse de un partido de gobierno.

Con todos estos vetos inútiles, solo se aumenta la crispación y la fractura total de cordialidad y diálogo entre los partidos políticos que componen hoy el congreso de los diputados.

Han conseguido equiparar cualquier ratificación legislativa a una conversación de patio de colegio. Porque al fin y al cabo, es igual decir “Nosotros no pactaremos la renovación del Consejo General del Poder Judicial si podemos interviene” a decir “Si está pepito, yo no voy”.

¿Y esto, porque ocurre?, en mi humilde opinión, hay varios motivos.

El primero, es que, en tiempos de tan pronunciado multipartidismo, las formaciones políticas están dispuestas hasta a vender a sus familiares por conservar a su electorado y pescar en el del otro. Los vetos, si son acatados, pueden o hacer parecer inútil al partido vetado o hacer parecer poderoso al partido que veta.

El segundo motivo, también relacionado con el electoralismo, es que los vetos pueden tener una intención provocativa; esto es, intentar ocasionar problemas entre socios habituales (Caso PP-Podemos en la renovación del CGPJ, por ejemplo).

Pero a fin de cuentas, quien tiene la culpa de cada ley que no se aprueba, de cada rifirrafe entre partidos, de cada subida de tono y de cada falta de respeto en el hemiciclo es el multipartidismo.

Que haya tropecientos partidos, que cada uno te exija cielo y tierra para no más que 10/5/15 votos favorables, provoca excesivas pasadas por el aro, pérdida de tu propio programa electoral e ideales y en definitiva, una clara pérdida de identidad de las formaciones políticas, que pasan a ser borregos sumisos de las mayorías parlamentarias; por lo que, el congreso no acaba legislando, sino que acaba imponiéndose al ejecutivo.

La solución se llama bipartidismo, habido en España desde el 1986 hasta aproximadamente 2015 con AP y PSOE y posteriormente, PP y PSOE. Dos grandes partidos, que si no obtenían la mayoría absoluta (1982, 1986, 2000, 2011) se quedaban al borde de esta (2004, 2008), lo que hacía más estable la legislatura.

Para finalizar, les dejo que reflexionen sobre la terrible evolución de continuar con el excesivo multipartidismo que hoy presenciamos en España. Vota PSOE/PP, pero vota, para que no seamos esclavos de los vetos cruzados.

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