Sol, sangre y moscas

La estrategia es muy sencilla: hay que dar apariencia activa de la ‘fiesta nacional’, que está más viva que nunca y que todo es obra de las intrigas de los antitaurinos

JOSE PETTENGHI ARTICULO

Biólogo y profesor.

Sol, sangre y moscas. Imagen de una plaza de toros de Bilbao, en la pasada feria, casi desértica de público.
Sol, sangre y moscas. Imagen de una plaza de toros de Bilbao, en la pasada feria, casi desértica de público.

¿Qué pensarán de nosotros las generaciones por venir con respecto a los toros? Tal vez que éramos unos sádicos que alentaban un espectáculo donde un sujeto, vestido de forma estrafalaria, torturaba a un animal entre aplausos y música.

A los toros, lo creo y lo deseo, le quedan dos telediarios. Pese a que esta aberración está incrustada en lo más rancio de nuestra historia colectiva como españoles.

Pero hay buenas noticias: la otrora exitosa y multitudinaria feria taurina de Bilbao ha hecho examen de conciencia. Este año, tendidos vacíos en los que había más músicos que público… Y por primera vez veo señales de desaliento que suenan a despedida fúnebre. No obstante, el Alcázar no se rinde, Canal Sur emite corridas a tutiplén, vengan o no a cuento, en franjas horarias rutilantes, con sol, sangre y moscas adornando el triste espectáculo. Juanma y sus muchachos lo tienen claro, hay que asociar la muerte de un toro con la cultura.

La estrategia es muy sencilla: hay que dar apariencia activa de la ‘fiesta nacional’, que está más viva que nunca y que todo es obra de las intrigas de los antitaurinos, una gente que odia y aborrece todo lo español. Ya ves.

Pero todos, unos y otros, sabemos que la fiesta de los toros agoniza y solo vive porque está conectada a un respirador que se llama subvención pública. Sin ella, ya habría desaparecido. La derecha se encarga de mantener esa vieja máquina engrasada, por ideología y por agradar a un sector de su electorado anclado en una España decrépita.

Sí, todos lo sabemos: los toros sobreviven gracias a la subvención pública. Con el dinero de todos, con el de Diputación que fomenta escuelas taurinas, con el de los ayuntamientos que organizan barbaries taurinas y con una prensa que recoge minuciosamente cualquier chorrada taurino-medieval. Porque ¿quién va hoy a los toros? Nostálgicos de una España que fue, politiquillos en busca de cariño y Vips de casapuerta para hacerse ver con sus pamelas y sus puros.

Parece un milagro que los toros sobrevivan en el contexto social y cultural de hoy. Pero solo es eso, apariencia y fingimiento: todos sabemos que a los toros le quedan dos telediarios.

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