Odia la droga, compadece al contribuyente

Pese a todo, día a día se cuela ese aborrecible flujo de sustancias que envilece a nuestra sociedad

JOSE PETTENGHI ARTICULO

Biólogo y profesor.

Odia la droga, compadece al contribuyente. Feijóo junto a Marcial Dorado, en una foto viral en redes sociales.
Odia la droga, compadece al contribuyente. Feijóo junto a Marcial Dorado, en una foto viral en redes sociales.

Estoy convencido de que si hoy viviera Concepción Arenal, diría esto. Sobre todo si viviera en esta provincia.

Yo, por mi parte, odio la droga, odio su mundo y todo lo que la rodea. Me produce un hondo resentimiento como ciudadano vivir en una zona permanentemente blindada. ¿Cuánto cuesta esto? ¿Cuánto cuesta mantener ese perpetuo estado de alerta, con personal y medios desde Sanlúcar a Sotogrande? La droga, el mundo de la droga sangra al Estado. ¿Cuántas obras sociales, escuelas, hospitales o carreteras podrían hacerse con ese gasto antidroga? La droga, el mundo de la droga sangra al ciudadano, al contribuyente.

Pese a todo, día a día se cuela ese aborrecible flujo de sustancias que envilece a nuestra sociedad. La droga, el mundo de la droga está integrado por mafias repugnantes, por tipos sin conciencia, y si se desmantela un grupo, otro -aún más siniestro- ocupará su lugar.

No son héroes del pueblo, unos Robin Hood catetos, no, son delincuentes sin alma. Y aquí no valen blanqueamientos sentimentaloides: “Hay mucho paro y las criaturas se buscan la vida”. Esto es inaceptable en una sociedad justa y democrática. Ni tampoco vale lo de “es que siempre pillan al de abajo”. Pues deberían pillar al de arriba que tal vez finge ser un ciudadano ejemplar.

Con la droga, tolerancia cero. Luchar y luchar. Y no todo es cuestión de aumentar el personal y los medios materiales. Si se elevan estos, el narcotráfico subirá el listón y así sucesivamente.

Esto también tiene que ver con Marruecos, productor y exportador. Da trabajo a centenares de miles de personas y se dice que supone el 10% de su PIB.

Es preciso dar un meneo a la Ley de Enjuiciamiento y al Código penal, y se evitarían bochornosas sentencias. Y mejorar las condiciones de los funcionarios para intentar neutralizar el poder corruptor del dinero del narcotráfico.

Mis disculpas por estas líneas tal vez ardorosas y vehementes, pero sigo aturdido por el asesinato de dos guardias civiles en Barbate, en un gesto de narcosoberbia de unos malhechores.

Lo de después, un despropósito. Unas lagrimitas y todo seguirá igual.

La solución que se le ha ocurrido a Feijóo es quitar al ministro. ¡Cómo se atreve! Un tipo que no ha pedido perdón a las madres gallegas que perdieron hijos. Mientras él se hacía fotos con un narco en el yate de este.

O tal vez sea como el tonto al que señalan la Luna y él mira el dedo.

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