La manifestación de Madrid el pasado domingo,
La manifestación de Madrid el pasado domingo,

Desgraciadamente, ya no soy un hombre joven, y antes de abandonar los sinsabores de esta vida me gustaría comprender uno de los grandes misterios de la vida moderna: ¿cómo es posible que una idea rancia, como es el conservadurismo -la misma palabra lo delata-, tenga tantos seguidores entre la gente? ¿No es el ser humano curioso por naturaleza y consiguientemente ávido de explorar avances y progresos?

Cierto que, como digo, he llegado a una edad de “inocuo desuso” -por describirla dignamente- en la que uno ya desiste de cambiar el mundo y solo intenta comprenderlo. ¡Que no es poco!

Vivo intensamente estos días los singulares avatares políticos de España y ello me lleva a pensar que no hay nada nuevo, que todo se trata de lo mismo: de avanzar en la consecución de una sociedad sin privilegios, plena de igualdad, más pacífica, más humanitaria y más tolerante, mientras la otra parte replica y objeta en favor del retroceso. El Progreso y La Reacción.

La frontera impenetrable que separa ambas concepciones del mundo es la obediencia. El Progreso es, por su naturaleza, rebelde y desobediente. Debe ser así, el mundo y la sociedad han evolucionado gracias a personajes indómitos, transgresores y rebeldes.

La Reacción, por el contrario, cuando manda sin contar con los votos, muestra su verdadera faz y enaltece la obediencia. "Obbedire perché dov’è obbedire". Una máxima mussoliniana con nítidos perfiles. Si bien cuando debe someterse al escrutinio popular, finge una cara amable que no nos puede hacer olvidar que su primer mandamiento es la obediencia.

De todo el debate que ha generado la investidura, me quedo con una certera frase de un diputado al líder de la derecha: “Usted no ha venido a mandar, usted ha venido a obedecer”. Sí, a obedecer al mundo del dinero, a las grandes corporaciones, al sector privado que parasita lo público… Estos son sus verdaderos amos.

Por ello, cuando veo a los concejales conservadores de mi ciudad corretear alocados de acá para allá, gente joven, llena de salud y seguramente de ilusiones, me pregunto: ¿qué persiguen tras esa idea apolillada? O lo que es lo mismo, ¿a qué obedecen?

No sé, pero en su obediencia vuelan bajo, con el vuelo bajo y rastrero de las gallináceas.
 

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