El mamarracho nacional

La boda fue casi real porque acudió la familia real. Bueno, lo que va quedando de ella

JOSE PETTENGHI ARTICULO

Biólogo y profesor.

José Luis Martínez Almeida y Teresa Urquijo, en una imagen de TVE.
José Luis Martínez Almeida y Teresa Urquijo, en una imagen de TVE.

Nos merecemos el tsunami. Lo hemos ganado a pulso y a lo grande. Ha sido la comprobación del mamarracho de este país.

En pleno mes de abril —este generoso y prometedor mes republicano— se ha perpetrado el bodrio del casamiento del alcalde de Madrid con una aristócrata. Un casamiento público, con todos sus avíos, entre real e irreal, que abochorna a la gente normal. Y cuando digo normal, me refiero a la gente sensata.

Un evento con un postín postizo que me recordó a la boda de la niña de Aznar… con una diferencia: que en aquella los invitados fueron a parar a la cárcel, mientras que en esta parecía que iban camino del frenopático.

Y era inevitable que me lo recordara, porque allí estaba Aznar, jefe, gurú y líder de la derechona española y muy española, con su rictus de hombre importante, con su cara torrefacta.

La boda fue casi real porque acudió la familia real. Bueno, lo que va quedando de ella, tras sus peleas, mangancias, fugas y demás escandalitos. Parece que el pueblo español ha normalizado lo anormal, y lo que antes se percibía como una familia modélica, elegante, fina y de modales exquisitos, ahora chapotea en los bajos instintos de cualquier familiota bajuna. “Mira, son como nosotros”, piensa el vulgo.

De esa manera, la capacidad de seducción de la realeza sigue intacta entre la gente. Entre la gente con un pensamiento poco edificado y escasa capacidad crítica, claro. Es cierto que existen algunos monárquicos con estudios, pero tienden a ocultarse tras ideas y excusas baratas. De otro modo, no sé cómo explicarán que los privilegios y la Jefatura de un Estado democrático se puedan heredar. Tal vez no entiendan el significado del término servilismo.

Por cierto, servilismo y sumisión en el público que, tras las vallas policiales, veía con la baba caída procesionar por la alfombra roja un desfile de freaks de sangre azul. Y yo pensaba: en el caso hipotético -y terrible- de que Froilán llegara a ser rey, estoy seguro de que no pasaría nada. Nada de nada. Servilismo y sumisión.

Qué espectáculo, los restos del naufragio de la familia real aliados con la derecha montaraz, esa que lleva en volandas a algo tan charcutero como Ayuso.

Cortarse un poco, porfa. Anda.

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