Como casi siempre, desunida, decepcionada y confusa, harta de estar harta, la izquierda debe subir una montaña. Las primeras rampas, durísimas, suponen acometer sus problemas de unidad para romper la barrera del descreimiento político.
Hay que aparcar rencillas viejas y recientes, entender que se está por lo mismo, aunque haya matices —sí, matices— que separan. ¿Qué hay que discutir del valor moral, de la conciencia social y del apego a la gestión? Solo es preciso saber que juntos se alcanza la victoria. Y que Juan Palomo siempre fue un perdedor.
Quiero ser optimista, pues Helena y David, los dos candidatos de la izquierda gaditana, son personas sensatas y ya hablan de proyecto conjunto. Y ello no es irse a la cama juntos, sino salvar las diferencias. Ni que los unos queden sometidos a los otros.
Yo, como ciudadano de Cádiz y votante de izquierdas, lo tengo claro: sí a la confluencia. Lo que nos une es más de lo que nos separa. Y es preciso hablar y dialogar, porque todos, candidatos, militantes y simpatizantes, tenemos una responsabilidad histórica y un deber con nuestra ciudad.
Atendamos a la Historia: nunca las izquierdas fueron más eficaces que cuando acudieron unidas a las urnas. ¿Frente popular? Sí. ¿Y qué? Hoy, eso solo sobresalta a columnistas que escriben desde posturas ñoñas y asustadizas. Pero un frente popular refleja una realidad social y señala un camino.
Está fresca la noticia de que el gobierno de la Junta va a recurrir el impuesto a las grandes fortunas. ¿De parte de quién está la derecha que gobierna la Junta? De los que más tienen, del capital, de las empresas eléctricas… Para ellos el “interés general” es interés, ganancia o rédito, y “general”, militar de alta graduación.
No, no es lo mismo votar izquierda que derecha, no da igual votar al dinero, a las medias verdades del negocio, al privilegio y a su hija, la desigualdad. No da igual votar a un modelo al que le huelen los pies a franquismo, ni a los medios de comunicación y sus acrobacias verbales vendiendo la burra coja. Esa es la derecha, ese es el adversario.
La izquierda debe estar por la construcción social, en una unidad de acción y dejarse de peleíllas de casapuerta. “Yo soy más de izquierda que tú”, “No, yo lo soy más”… Eso solo conduce al ridículo, a la pérdida de confianza y a la disgregación del voto.
Confluencia, ya.
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