Felipe González, en su etapa de presidente del Gobierno, junto a Jacques Delors, en una una imagen de su fundación.
Felipe González, en su etapa de presidente del Gobierno, junto a Jacques Delors, en una una imagen de su fundación.

Se levantan ensabanados de sus confortables tumbas para asustar: “¡Uuuuh, España se rompe…”. Sus presagios acerca del futuro de la nación, de la economía o del bienestar de los españoles son de cartón piedra.

Tan de cartón piedra como fueron en su momento sus promesas políticas y electorales. Ahora sale Borbolla -que nunca fue una eminencia- para inquietar: “España está en peligro, en gravísimo peligro”. Qué susto.

Borbolla, como casi siempre, repitiendo como un papagayo las arengas inquietantes e inoportunas de Felipe y Alfonso. Sus tutores en todo lo que sea opinar.

Todo, tanto los sustos y las fingidas preocupaciones de Felipe, Alfonso y demás acólitos y serviles seguidores, tienen como objetivo defender sus batallitas de la Sagrada Transición (léase Transacción), en la que ellos eran los protagonistas, estrellas principales del reparto. Y después, los guardianes de sus esencias.

Felipe dice que le cuesta votar al PSOE, que es su partido, ya ves; y Guerra presenta libro tras libro, que nadie lee, destilando maldades chiquititas contra sus compañeros de partido de hoy. Y fiel a su pedantería legendaria, alardeando de saberes que no posee.

Estos fantasmas, porque ya no son otra cosa, gustan cada vez más a la derechona de este país. No me extraña, la vanidad se vende barata. Los autodenominados héroes de la Transición cambiaron la chaqueta de pana por el terno de Armani, la tribuna del mitin por la cubierta del yate y abrieron el puño para empuñar el habano humeante.

No es de extrañar, pues, que las plumas más insignes de la prensa de derechas -perdón por la redundancia- anden chorreando almíbar cada vez que Felipe, Guerra, Borbolla o uno de los decadentes rockeros de hace cuarenta años abre la boca. Normal.

Porque esos apolillados fantasmas se han convertido en todo aquello que decían defender en su juventud. ¿O es que siempre fueron así?

En cualquier caso, no prestadles atención: España ni se rompe ni está en peligro, solo se le ven las grietas, las telarañas y los harapos al régimen del 78. Una batallita a la que hay que ir dando carpetazo.

Y mirar adelante.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído