Bombardear las flores

Asistimos pasmados a estos disparates mientras el perfil empresarial del país se parece cada vez más al patio de Monipodio

JOSE PETTENGHI ARTICULO

Biólogo y profesor.

Un puñado de flores del misterio de la Buena Muerte.
Un puñado de flores del misterio de la Buena Muerte. Candela Núñez

Se ha instalado entre nosotros una especie de dejadez anímica, de moral degradada que empieza a dar canguelo. Ya vemos las desigualdades como daños colaterales del sistema y no como lo que son: parte esencial de él. Hemos normalizado lo anormal y tragar sapos no es un suceso excepcional, sino nuestra dieta cotidiana.

No solo es nuestra actitud contemplativa ante la corrupción, que es la interrupción de toda moral, sino con asuntos que desfilan ante nosotros cada día.

Las becas de Ayuso para ricos, que seguimos llamando ‘becas’ cuando son justo lo contrario: un plan de ayuda a las familias de rentas altas para que sus hijos puedan continuar estudiando en centros para hijos de rentas altas. ¿Becas?

He asistido atónito al blanqueamiento del reciente concierto sanitario de una clínica privada de Cádiz capital. Desde la prensa local, entregada al silencio cómplice, cuando no al vasallaje cagón, se intentaba justificar alegando que el hospital concertado iba a “evitar largos desplazamientos de los gaditanos”. ¿Cómo? ¿Largos desplazamientos en Cádiz?

Todo vale.

Ya puestos, hasta mantienen que la Base Militar de Rota es una fuente de empleo y riqueza para la Bahía. Y que supone un factor de seguridad para sus habitantes, pues nadie va a bombardear una base USA. La necedad en estado químicamente puro. Debe ser que el bombardeador no bombardearía la Base sino, qué sé yo, la freiduría ‘Las Flores’, un objetivo militar más adecuado.

Asistimos pasmados a estos disparates mientras el perfil empresarial del país se parece cada vez más al patio de Monipodio. El empresario de ‘toma el dinero y corre’ gana cada día más terreno: ‘Mi bolsillo como centro de gravedad permanente’. Patanes obsesionados con el ascenso social al precio que sea. Listillos cuyo éxito empresarial justifica cualquier canallada. Espabilaos que intentan dar coba al de arriba y abusar del de abajo. Ventajistas codiciosos de chalet de lujo y querida, que persiguen sin escrúpulos el olor del dinero. Y ser empresario no es eso, es preciso más ética y más solidaridad.

Hay quien dice que para cambiar el mundo, primero hay que quemarlo. Una metáfora, sin duda, pero soñar no cuesta dinero. Aún.

 

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