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Ya en su día me quejé de la inversión de dinero público en la Iglesia de Santiago. 

Ya en su día me quejé de la inversión de dinero público en la iglesia de Santiago. No me hicieron caso, como era normal y natural. Sigo pensando, como cristiano, que es más importante el templo que está en el prójimo —la persona— que cualquier otro templo que construyamos de piedra.

Pero bueno, ya que está terminada la restauración de Santiago no puedo más que alegrarme, porque hay que reconocerlo: es una obra de arte que hay que preservar. Yo no critico la restauración en sí. Dios me libre. No se puede dejar caer una obra así. Lo que no me gusta son los métodos y las maneras.

La apertura de Santiago tiene dos vertientes para estar felices: una, la propiamente religiosa. El barrio tendrá de nuevo su lugar de culto. Veremos la iglesia de Santiago todas las tardes llena en la misa diaria y sobre todo los fines de semana y no digamos ya en Cuaresma o Semana Santa. Eso es vida para el barrio y para el centro de Jerez. Por otro lado, la manifestación propia de los sacramentos convertidas en bodas, bautizos y comuniones, le dará mucho visitante al barrio que unido al turismo, será fuente de riqueza.

Pero no hay que olvidar una cosa y es la transparencia. Este ciudadano y Jerez entera tenemos que saber cuántos euros de dinero público se han invertido en la reapertura del templo. ¿Por qué? Porque es de justicia y sobre todo por la peculiaridad de la Iglesia Católica, que en una de sus muchas facetas, se dedica a discriminar o criticar a determinados colectivos: dígase impedir a la mujer acceder a los mismos puestos que los varones, condenar el divorcio, el uso de anticonceptivos, pedir la castidad a las personas homosexuales, etcétera, etcétera. Pueden haber ciudadanos y ciudadanas que, con razón, se sientan ofendidos en que parte de sus impuestos vayan a parar a una organización por la que no se sientes bien tratados. O sencillamente, puede haber personas que no crean en Dios ni mucho menos en las distintas religiones y no quieran que sus impuestos vayan a tal cuestión.

También deberíamos saber el porcentaje del dinero invertido por el Estado —o sea, todos nosotros y nosotras— para que en caso de que el templo produjera riqueza a través de bodas, eventos culturales… supongo yo que alguna parte de los beneficios nos corresponderá, ¿no? El Estado también están en posición de exigir horarios abiertos para visitas y demás cuestiones que crea conveniente. Porque si hay dinero público en el templo, ya éste no es sólo de la Iglesia. Es de la Iglesia y también de la ciudad de Jerez. Sólo hay que ver a cuánta parte tocan.

Por otro lado, la Iglesia Diocesana debería plantearse mejor su economía. Cualquier asociación cuando quiere comprar algo o tiene que pagar algo, el gasto lo reparte entre los socios que puedan pagar. La Diócesis debería hacer también lo mismo. Coger la lista de bautizados mayores de 18 años de la diócesis de Jerez, y sugerirles pagar una cantidad de dinero para el sostenimiento de la misma, acorde a su patrimonio y sus circunstancias. Estoy seguro que con el gran número de católicos y católicas que hay en la diócesis, se puede conseguir muchas cosas y que estos lo comprenderán. Sólo es cuestión de conciencia y concienciar que la Iglesia Católica y cualquier organización religiosa debe ser autosuficiente.

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