Qué palabra más utilizada y de moda en estos momentos. Puede hacerse grande en boca de gente honrada, con un sentido de la justicia y sin embargo nos puede ofender en nombre de embaucadores de tres al cuarto. Algunos cuando definen lo mucho que se esfuerzan para llegar a ser alguien en esta vida, para poder subir como la espuma, me causan risa, lo prometo. No voy a quitar méritos al que madruga, ni al que se echa a la calle para competir con un mercado que está monopolizado por las grandes empresas, y se me vienen a la cabeza muchas personas que para poder sobrevivir pagando la cuota de autónomo deben hacer peripecias, en un país de los más caros en la unión europea en tema de impuestos para este tipo de trabajadores. A éstos, no cabe sino felicitarlos y darles la enhorabuena por su tesón y entrega. Y lo más importante, por la ilusión de no trabajar para nadie que no sea él o ella. Bravo por ellos.

Pero a los otros, malditos truhanes, no deberíais tener ningún sitio en este modelo de producción y el nombre de emprendedor o empresario os viene pequeño. Por más energía que tengas, ideas, proyectos, ahorros o seas un genio que pueda convertir el agua en gasolina, no puedes llamarte de esa forma. Si debes horas extras a tus trabajadores, trabajan once y solo cotizan cuatro, no lo eres. Por creerte tu sueño y lanzar al viento promesas como la de que algún día recompensarás a tu plantilla, no puedes jugar con las esperanzas de nadie. No puedes utilizar mezquinamente la reforma laboral vigente, por muy legal que sea, para despedir a alguien que ha dado su vida por tu empresa, si antes fuiste empleado y jamás te hubieran echado con una excusa tan barata como las que hoy están a tu disposición, porque eso te convierte en un tipo sin el más mínimo valor. No puedes irte de viaje o tener calidad de vida si todo eso está sustentado sobre las espaldas y la falta de horas en el día en las familias de tus empleados, esa que necesitan para sus hijos. No debes hacer de la necesidad y la falta de empleo tu patente de corso para contratar a gente que cada vez se prostituye más por tres migajas, porque tienen problemas para pagar luz, alimentación, agua y casa, derechos fundamentales. No, no quieras llamarte emprendedor. De ninguna de las maneras.

Si no tienes un capital para poder empezar sin cumplir con lo que marca la ley, una ley que de todas todas ya es radical y violenta para los trabajadores, que los echa a la calle con cuatro perras, repito, no te llames emprendedor. No te definas como creador de riqueza ni de que estás levantando España si tienes en plantilla a personas que hacen lo que jamás dejarías que tus hijos hicieran. Solo hay que ser empático, nada más. No puedes disfrutar en un pub, insisto, si pagas menos en una hora extra, esa que debes, que por el gin tonic que te estás tomando. No puedes crecer económicamente a costa de nadie, ni mucho menos en nombre un proyecto futurible.

Si no puedes ser emprendedor en unos términos de justicia y de una economía saludable para que todos puedan vivir con un mínimo de dignidad, como tú vives, ni más ni menos, no lo seas

Si no puedes ser emprendedor en unos términos de justicia y de una economía saludable para que todos puedan vivir con un mínimo de dignidad, como tú vives, ni más ni menos, no lo seas. Es así de claro. Porque las milonga de que te dejan mucho picos en la calle y de que nadie te responde fiscalmente y te crujen a impuestos, casi siempre las comentas en un contexto de ocio que está a años luz de los que tus trabajadores pueden practicar. Todos sabemos que las multinacionales están acabando con la posibilidad de emprender, pero aun así no me convences.

A no ser que con una sinceridad cruel y aplastante me digas, por ser un poco desalmado, que la situación de tus empleados te importe menos que nada para conseguir dinero, la monserga de que nadie quiere trabajar no se la sueltes a nadie. No seas cínico y creas que el único que tiene ideas y fuerzas para salvar a la patria eres tú. Lo mismo es que hay gente que prefiere ser explotada a explotar a los demás. Si no puedes cumplir déjalo, pero rápido por favor. Recuerda como te trataron antes de dar el salto a tu fama particular y a este momento donde no te estás recuperando de tu nuevo éxito. Nada justifica la situación, ni ese final feliz que tienes instalado en la cabeza que casi nunca o jamás se cumple. ¿Emprendedores? Perdonen que me ría, por no llorar.

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