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La Terapia Ocupacional celebra efeméride entre las tribulaciones propias de una vocación que, en España, le cuesta ser reconocida como merece.

No hay mayor decepción para el ser humano que pasar desapercibido ante sus semejantes, bien sea de forma fortuita o a conciencia. Pero si además esta “invisibilidad” se produce de manera injusta, la decepción corre el riesgo de transformarse en frustración y desmotivación.

Mañana viernes cumple años una profesión maravillosa. No una edad cualquiera: cien años. La Terapia Ocupacional celebra efeméride entre las tribulaciones propias de una vocación que, en España, le cuesta Dios y vida ser reconocida como verdaderamente merece, debido sobre todo al desconocimiento que tiene nuestra sociedad de la inmensa labor de estos profesionales en la promoción de la salud. Porque, digan la verdad y con sinceridad… ¿saben lo que “hace” un Terapeuta Ocupacional?

La inmensa mayoría tenderá a confundir esta profesión con la de Trabajo Social, o como monitores de tiempo libre… pocos podrán circunscribir su labor en el campo de la rehabilitación y/o la adecuación del paciente a su vida diaria. Tendemos a pensar que lo más importante para un enfermo, es su momento de dolor y padecimiento en cualquier institución sanitaria. Muchos ignoran que algunos se van con el alta médica bajo el brazo y una secuela física o psicológica bajo el otro. Es ahí donde entra en acción un profesional que, en nuestro país (sumun de la picaresca y el pirateo), ve como otras disciplinas se apropian de sus funciones ante la pasividad del sistema de salud, que no solamente obvia su valor, sino que incluso los ningunea y arrincona en favor de categorías sanitarias de mayor renombre social.

Les invito a investigar sobre el tema, y descubrirán que en el mundo anglosajón, Sudamérica y países referentes en Europa, la figura del Terapeuta Ocupacional tiene la misma importancia que la de un médico, una enfermera, un fisioterapeuta… y no es cuestión a la que debamos darle menor importancia, porque España gasta buenos cuartos en la formación (muy completa y valiosa) de estos profesionales, para luego invitarlos a las colas del paro o al controvertido mundo de la sanidad privada; los hay que se buscan sus habichuelas fuera de nuestras fronteras, donde aprovechan ese pastizal gastado por el erario público español, para disfrutar de unos trabajadores de formación envidiable.

Debemos hacérnoslo mirar. Esta falta de aprovechamiento de estos profesionales nos hace más débiles y nos aparta de la vanguardia sanitaria. Entre tanto… feliz cumpleaños, terapeutas.

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