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José Miguel García Martín, comunicador audiovisual

El poder para el que no lo quiera. Se acercan las elecciones municipales y los candidatos de los distintos partidos comienzan a regalar los oídos de los votantes para... ¿conseguir el mayor número de votos y obtener el poder? Sí. ¿Dirán lo que sea para obtenerlo? Sí. ¿Prometerán lo que no pueden cumplir? Sí. El poder para el que no lo quiera. Ya no confío más en esos candidatos, en alguien que da un paso adelante y dice que él se encarga, alguien que no conozco, que no vive en mi barrio, al que no he visto en reuniones vecinales o en las asociaciones de los distintos colectivos sociales.

No, yo quiero que mi alcalde sea el Manué, o Pepe el de la gorra, que no lleva chaqueta pero se ha leído a todos los clásicos, que no regala discursitos manidos pero te llena de sabiduría –sin querer– si te tomas un café con él. Pero el Manué, que conoce la naturaleza del poder y los mecanismos de la política actual, el Manué no quiere ser alcalde. Al Manué hay que convencerlo, hay que obligarlo.

El poder para el que no lo quiera. Ahora podéis tacharme de antidemocrático, pero yo creo en elegir a esa persona del barrio, que todo el mundo sabe quién es, y convencerla para que sea el alcalde. Y si hay varios, uno de cada barrio, mejor, que todos ellos se encarguen. Que se elija en la calle, con sentido común. Normalmente el Manué no va a querer, se va a disculpar, a escabullir, va a tender a escurrirse con el paso de los días. Somos los ciudadanos los que tenemos que insistir y hacer valer el lazo social que une a Manué con los demás, que entienda que hay ciertos aspectos sociales que son irrenunciables si tu gente te los demanda. Solo así tendremos políticos a la altura de lo que merecemos, cuando la gente que sabemos que lo puede hacer bien esté en el lugar adecuado.

¿No suena esto más lógico?, ¿no es más sensato? Yo no quiero votar a un tío enchaquetado que dice que sabe lo que hay que hacer, que es muy jerezano, que no duerme debido a la situación de Jerez, y todos esos rollos patrióticos que tanto me enferman. Tampoco quiero elegir –aunque me parezca mejor– a una persona salida de un círculo de Podemos, por el mismo motivo: es alguien que sea como sea se está presentando para obtener poder, y el poder es para el que no lo quiera.

Manué está ahí, haciendo su día a día, demostrando con su compromiso y buen hacer que –quiera él mismo o no– tiene que ser alcalde o –sí, hay Manuelas– alcaldesa. Elijámoslos, vamos a buscarlos, a convencerlos, a ponerlos en el sitio al que pertenecen. El poder para el que no lo quiera.

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