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El notario se confirma como una figura fundamental en la vida de la gente. Con la entrada de la nueva ley, los 3.000 notarios que hay en Andalucía podrán casar también. Así, en principio, no parece una opción muy atractiva –por el lado civil me quedo con los ayuntamientos, las bodas por los juzgados tienen algo de ‘taylorismo’, como de cadena de montaje- pero a lo mejor resulta que es muy cómodo. Aunque el negocio está sufriendo la crisis por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, en principio no parece que la cosa esté tan mal como para que haya que esperar que ninguna notaria se vaya a reciclar en una de esas capillas kitch como las de Las Vegas, con el oficiante vestido de Elvis o de Marilyn, lo que tendría su punto, desde luego… la calle Larga (por nombrar la que hay más notarías) de nuevo parcialmente abierta al tráfico, siempre que se trate de Cadillacs rosas descapotables, claro.

Antes al contrario, parece que los notarios, contrato en mano, serán los que se desplacen al sarao a recoger la firma de los contrayentes. Esto crea un pequeño problema: ¿lo correcto sería convidar al notario? ¿Habría que apartarle determinadas viandas, algo así como el mito del ‘bocato di cardinale’?  Incluso, como pasa en algunas bodas con los invitados B o los ‘amigos anti-bodas’, podría invitársele  únicamente a las copas, que el notario se pasara a recoger las firmas durante la habitual barra libre, aunque esta opción me parece peligrosa: como el convite no esté saliendo bien y con los vinitos y gin tonics por medio, más de una pareja se lo va a pensar mejor.

De las tarifas, se sabe que no van a ser caras, pero tampoco ha trascendido si va a haber tarifa plana o incluso podrán introducirse distintas variables en función del número de invitados, las estrellas del hotel elegido para el convite o el grado de compromiso etílico de los invitados. Incluso cabe la posibilidad de que como consecuencia de este nuevo servicio social, asistamos al nacimiento de Notarios sin Fronteras y los profesionales casen gratis un sábado cada dos o tres meses a gente que acredite debidamente –claro, hablamos de notarios- escasos recursos.

El notario, una figura que va a más en el mundo actual, todo un ejemplo de versatilidad. El notario está presente el día en que firmas la hipoteca, ahora te casa y, ejem, ejem, está presente cuando se leen tus últimas voluntades. Vamos, que solo hace falta que haga un curso de comadrona y otro de tirar correctamente las cañas. 

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