Los optimistas no son solamente las personas que ven el vaso siempre medio lleno. Suelen ser también las personas que obtienen más éxitos y disfrutan de un mejor estado de salud, tienen menos resfriados, un menor riesgo de padecer problemas cardiovasculares, y una vida más longeva. El ser optimista no es un derecho de unos pocos.
Todos los niños nacen optimistas, solo que a lo largo del camino las circunstancias cambian y se va instaurando en las vidas el cinismo, pero dentro de cada uno de ellos, lo que realmente ansían, es volver al optimismo de su infancia. De todas formas, sí que es verdad que algunas personas son naturalmente más optimistas que otras, aunque está científicamente estudiado que quién es negativo o pesimista puede llegar controlar esta tendencia e incluso mejorarla.
El optimismo no es simplemente cerrar los ojos y sentirse entre las nubes. El optimismo es combinar el entusiasmo con la aceptación de las situaciones en las que uno está inmerso. Como cualquier otro hábito saludable, el optimismo es algo que necesitamos practicar todos y cada uno de los días. Comencemos simplemente sintiéndonos agradecidos de las cosas más pequeñas que nos ofrece la vida porque, de esta manera, las cosas más grandes incluso nos podrán resultar aún mejores. Intentemos encontrar lo bueno que puede haber en las dificultades, obstáculos y fracasos, porque cuando nos toque tropezar con problemas, seremos lo suficientemente fuertes y resistentes, y estos no parecerán nunca tan malos.
Cultivemos un espíritu altruista porque ello nos ayudará a sentirnos más optimistas respecto a nuestras propias vidas. Interesémonos por la vida de los demás y tomemos ejemplo de personas que nos pueden ofrecer algo bueno, sea tanto por sus palabras, como por sus obras. Rodeémonos de otras personas optimistas, porque lo único que podremos obtener de personas pesimistas es que nos absorban todas nuestras energías. El optimismo es un imán para la felicidad.
Cuando estás rodeado de personas positivas y optimistas, eso hace que aumente la propia positividad. No tomemos las opiniones de los demás demasiado en serio cuando no estén de acuerdo con nosotros o con nuestros puntos de vista porque lo que nos van a decir es un reflejo de su propia realidad, y no la nuestra. No escuchemos cuando nos digan que no alcanzaremos nuestras metas y no dejemos nunca que eso nos afecte. Aunque sea más fácil decirlo que hacerlo, intentemos perdonar. Reflexionemos sobre el hecho de que el pasado es el pasado. Hagamos las paces con él para que no nos estropee nuestro presente. Y sobre todo, sonriamos.
Sonreír crea un ambiente adecuado y feliz que atrae a otros y atrae la felicidad, incluso en pequeñas dosis, te hace segregar serotonina, y te hace sentir mucho mejor. Sonreír tiene incalculables beneficios para la salud. Dicen que si uno sonríe, aunque en ese momento no tenga ganas para ello, se reduce en el cuerpo la intensidad de la respuesta ante el estrés, independientemente de que la persona se sienta realmente feliz en ese momento.