caspa_19-1-768x1024.jpg
caspa_19-1-768x1024.jpg

Lo mejor que he leído sobre el fallecimiento de Doña María del Rosario Cayetana Esperanza Fitz-James Stuart de Silva Falcó y Gurtubay, más conocida como Duquesa de Alba, es que su corazón dejó de "latifundir". Pagaría por conocer al autor de la ocurrencia y, además de charlarme media botella con él, le propondría para el Cervantes de los microrelatos más ingeniosos. Ha habido otras perlas, a propósito de la muerte de la catorce veces grande de España, pero ésta que cito es de traca.

De traca es también la vergüenza que he pasado explicándole a muchos amigos no andaluces, que los ochenta mil sevillanos y sevillanas (más de ellas que de ellos) que desfilaron y lloraron ante el cuerpo yacente de la duquesísima, no son la referencia de la inmensidad andaluza. Pero sí una parte muy ruidosa que justificaría por qué siempre salimos en el ranking del folclore pueblerino de la España casposa y cañí. De hecho, si se ha desbordado el cariño y las lágrimas de esos andaluces y andaluzas es porque ella, la mujer que "se ponía el mundo por montera" (frase mil veces repetida estos días y dicha hasta por el jubilado Alfonso Guerra) representaba como nadie la España de charanga y pandereta, devota de Frascuelo y de María (…) de los versos de Antonio Machado, el poeta sevillano que nació en el mismo palacio donde la Duquesa de Alba ha muerto rodeada de los suyos, y escoltada por la mayor concentración de cámaras y reporteros que se recuerda desde el bodorrio de la infanta Elena y Marichalar.

Lo peor de esta historia es que Andalucía asume el coste de imagen ante España de ese lacayismo de culto al cacique, pero sin ningún beneficio a cambio. Me explico. Aunque la Duquesa era sevillana de corazón y vocación, fiscalmente era madrileña por los cuatro costados, y por eso su patrimonio tributará (el 90% está exento) en Madrid al uno por cierto y no en Andalucía al treinta y cinco. Ha muerto fea, pero tonta no. 

En fin… La duquesa ha sido la estrella de un mes muy vergonzante informativamente, en la que el espectáculo mediático se ha centrado en su muerte y duelo, en la nueva inquilina de la prisión de Alcalá de Guadaíra y en la fantasías y andanzas del pequeño Nicolás, ese "aznarín" redicho y vomitivo, criado en las entrañas de FAES y de calle Génova.

Y entre medias, la indignidad de todo un Estado que ha asistido impávido al desahucio de una anciana de 85 años, a la que la solidaridad del entrenador y jugadores del Rayo Vallecano ha salvado de las consecuencias de la política de estos "asustaviejas" que nos gobiernan. ¡Qué fuerte, eh! El colmo es que todo eso lo observo desde este Jerez cada día más rancio donde, con este Gobierno ultramontano, reverdece el espíritu de aquellos señoritos que, según me cuenta mi madre, repartían los reales a la puerta de las iglesias y "aconsejaban" a criadas y gañanes acudir a la misa del domingo. ¡Ay! qué poco hemos avanzado…

Me acuerdo ahora de Los yesterday, aquella chirigota de Juan Carlos Aragón que puso el dedo en esta misma llaga en el año 1999, refiriendo en un pasodoble la boda de María Eugenia, la hija de la Duquesa, y de Francisco Rivera Ordóñez. Así lo cantaban: si este pueblo se disparata / con la boda de un matavacas / y la niña de una duquesa / si este pueblo se le arrodilla / a una espada y una mantilla / este pueblo me da vergüenza... Pues sí, a mí también, y a cientos de miles de andaluces que preferimos, continuando con Machado, la Andalucía y la España de la rabia y de la idea.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído