Cargas policiales en el aniversario del 1-O. FOTO: TELESUR TV.
Cargas policiales en el aniversario del 1-O. FOTO: TELESUR TV.

Vomitivo lo que pasa en Cataluña. Una comunidad abierta. Una Barcelona culta, cosmopolita y que ahora esté ahogada por unos irresponsables. Fanáticos nacionalistas que han traído la agresividad entre vecinos y compatriotas.

El desafío independentistas retrasa el progreso. Una turba loca y radical con patadas, puñetazos y la agresividad hecha amenaza "te cortaría el cuello hijos de puta" oíamos gritar a uno de ellos. En un mundo global, una Europa sin fronteras es del todo incomprensible que en Cataluña se inventen un localismo y una separatismo que nunca en la historia antes ha existido.

Artur Mas lo empezó como un juego de él, de la alta sociedad catalana que se ha echado a un lado cuando el lío se ha puesto feo, le dió paso a un irresponsable e ignorante Puigdemont que vive cómodamente en Bélgica, mientras el resto se come el marrón de la cárcel.

Luego está el Torras, otro que tal baila. Un títere de sonrisa falsa y que parece, cada vez que lo sale en televisión, que está en otro mundo. El mundo de la incoherencia. Del desgobierno. Del ruido en lugar de trabajar para resolver los problemas que de verdad son importantes para Cataluña. Olvídense ustedes. Convenzanse que Cataluña seguirá siendo de España. Porque es España y porque los españoles queremos que Cataluña siga en este país unido, único e indivisible.

Este Torras mira de reojo a los suyos y a los otros. De los primeros para que no se les echen encima con reproches. De la otra porque ya sabe cuál es el resultado si se salta la legalidad. Desde su púlpito arenga, agita a las masas para aumentar la tensión y la violencia. Y ahí van los fanáticos alterando la normalidad y la convivencia. Ellos tan democráticos vuelven a rodear el Parlamento, atacan a la policía, insultan, imcrepan y agreden al resto que no piensan como ellos. y sacan lo peor de sí mismo.

Lo que pasó ayer cuando se cumplió el primer aniversario de ese 1 octubre es lamentable. Fue muy grave y no puede quedarse en el olvido. El Gobierno debe poner límite a esa violencia. Ahora hay una ciudadanía separada, que se odia, que no pueden convivir en paz cuando Barcelona era una ciudad tranquila. Donde todos eran bien recibidos. Hermosa y elegante.

Es tremendo lo que está pasando, solamente por unos inconscientes e ignorantes de la vida y de la historia. De lo que ocurre cuando las cosas llegan a esos extremos de desviación. Hay muchos, muchos problemas que solucionar en todo el país. Y no perder el tiempo y presupuestos en esos términos violentos e innecesarios que no conducen a nada bueno.

Hay que tratar la educación El desempleo, el dato de hoy 20.000 personas en el paro. Hay fuertes desigualdades y los gobiernos son incapaces de hacerle frente, y en esto es en lo que debemos estar. Como en la lucha de la pobreza infantil. Más de dos millones de niños, uno de cada tres, viven esa falta de bienestar con verdaderas situaciones de vulnerabilidad. Luego está la violencia de género que sigue subiendo. Es alarmante el número de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o incluso a sus propios hijos para hacerle daño a estas.

Hay que parar esto. ¿Y quién debe hacerlo? Ellos, los políticos son los que tienen la posibilidad con sus leyes y gestión de que la justicia o la policía actúe de una forma mucho más inmediata. Más medios y personas mejores informadas para que no falle la cadena de protección, diciendo que no hay caso, y a los pocos días pasa lo que ella temía.

Todo esto es muy severo, muy grave. Son  los temas que hay que sacar adelante y no perdernos en separatismos que solo conducen a dividirnos, a enfrentarnos y a olvidar lo verdaderamente importante de la vida: la salud, la seguridad, el  trabajo, la educación, la dependencia, que existen muchos ancianos solos enfermos. En fin, situaciones de dificultad, no las que se inventan unos personajes antidemocráticos que le siguen una turba que solo quiere enturbiar la paz, la concordia y el progreso.

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