Es muy difícil hacer algún tipo de auditoría en una iniciativa de estas características, global y de inscripción gratuita, pero es constatable que hay eventos estupendos y otros que no lo son tanto y en los que prima un cierto arribismo para ganar un euro.
La International Sherry Week cerró el pasado domingo una nueva edición exitosa. Es increíble la resonancia que ha alcanzado esta iniciativa privada que parece que lleva toda la vida y, realmente, acaba de cumplir su cuarta edición. España, Reino Unido, Japón y Estados Unidos han liderado la programación de los distintos eventos que han decidido adherirse a esta cita en todos los puntos del mundo, desde Canadá a Nueva Zelanda, de Finlandia a Sudáfrica. Catas, degustaciones, menús maridajes, clases… se han impartido con generalizado entusiasmo por y para amantes de los vinos de Jerez en locales de muy distintos tipos, desde tabancos a universidades, desde restaurantes a hoteles, clubes de vino. Finos y manzanillas, amontillados, olorosos, ‘palos’, Pedro Ximénez y el resto de los vinos dulces… todos los tipos de Jerez han tenido su momento.
El único matiz –no es un ‘pero’- que tal vez se puede poner desde estas líneas a la Sherry Week hace referencia precisamente al volumen de eventos que acoge. Se ha crecido muy rápido y el número de referencias que se concentran en una semana se acerca ya a los 2.000 en todo el mundo, lo que hace que no todos esos encuentros tengan un mínimo de calidad. Es muy difícil hacer algún tipo de auditoría en una iniciativa de estas características, global y de inscripción gratuita, pero es un hecho constatable sin salir de Jerez que hay eventos estupendos, bien dirigidos y orientados y otros que no lo son tanto y en los que prima un cierto arribismo para ganar un euro. Bien, cuestión de informarse antes…
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