Guste o no guste, la realidad es que en España ahora mismo hay treinta y cinco millones de bautizados, lo que les convierte oficialmente en católicos. Practicantes o no, ya se vería, pero ya sea por compromiso social o por convencimiento de los padres y madres en su día, alguna influencia católica llevan encima.
Guste o no guste, la realidad es que en España ahora mismo hay treinta y cinco millones de bautizados, lo que les convierte oficialmente en católicos. Practicantes o no, ya se vería, pero ya sea por compromiso social o por convencimiento de los padres y madres en su día, alguna influencia católica llevan encima. Esto lo convierte en un grupo esencial de voto que puede mover –y de hecho mueve – el voto de un lado a otro y pueden decidir hasta gobiernos.
Pero la ignorancia que existe sobre el tema de la Iglesia Católica hace que muchos partidos estén confundidos y se equivoquen en sus estrategias. En esencia, es que no saben qué es la Iglesia. La Iglesia es la asamblea, el conjunto de creyentes. La Iglesia no es por tanto un templo. Ni la Iglesia es un cardenal o un cura o un cofrade. La Iglesia son las personas que la forman. Y las personas, oigan, votan.
Se cree que el voto católico es propiedad del PP. Nada más lejano de la realidad. La jerarquía eclesiástica – y noten que no digo ‘la Iglesia’– sabe poner huevos en todos los cestos. El PP tiene el voto católico conservador. Un voto hoy en dilema porque por un lado, el poder conservar los privilegios de la Iglesia entendida como empresa (residencias de mayores, hospitales, colegios privados…) les hace rechazar cualquier otro partido que defienda lo público y de todos. Ellos quieren ser ellos solos. Pero también, los católicos conservadores tienen un problema de conciencia. Son cristianos: ¿cómo votar a un partido que tiene graves problemas de corrupción? El mismo Papa ha declarado que él no es de derechas. De todas formas, el católico conservador, terminará votando al PP. Su foto lo tiene fijo, prevalece en él su interés personal antes que las retahílas de la corrupción.
Ciudadanos, la otra oferta del votante de derechas, dice defender el laicismo. Esto hará que al final el votante conservador católico se incline al PP. Total, si son los mismos, mejor me quedo con la marca original. El PSOE tiene una actitud bipolar. En la oposición es el más laicista de todos. Pero cuando gobierna, es más beato que el PP. Basta ver a todos sus concejales en las procesiones desfilando y sentaditos en los palcos. Y cuando gobiernan, de romper el concordato con la Santa Sede, nada de nada. Al revés, besitos y abrazos. Así que el votante católico, que no es de derechas, no tiene ningún impedimento al votar al PSOE. De hecho, incluso el PSOE que yo sepa es el único partido que tiene una sección abiertamente cristiana: el grupo federal de Cristianos Socialistas.
Y es que esta estrategia socialista de hacerse los laicos –ay, recuerdo cuando le dejaron el Instituto Nacional de la Juventud a los peregrinos en Madrid que fueron a ver al Papa– sólo es para quitarle votos a la verdadera izquierda que es Izquierda Unida o como se llame ahora: Izquierda en Común, Izquierda Popular, o Ahora la Izquierda. Con cualquier puzzle de estos adjetivos seguro que acierto.
Pero esta izquierda verdadera, que defiende el laicismo de una manera más radical también olvida que gran parte de su voto lo obtiene de las comunidades de cristianos de base. ¿Cuántos concejales sacaría esta izquierda en Jerez si no contaron con votos procedentes de las comunidades de parroquias como las de San Juan de Dios, La Asunción y algunos cristianos de base escarriados por otras parroquias?.
Por último, los emergentes de Podemos quieren ser más papistas que el Papa. Y en su afán de ser los primeros en esta carrera de yo soy más laico que tú, nos ofrecen en una de sus ofertas electorales a bombo y platillo, y sin explicarla como siempre, que van a quitar los capellanes de los hospitales. Lo cuál considero que está bien, porque ser cura no es una profesión, es un servicio y un cura no debe tener un puesto ni en hospitales ni en cuarteles, ni nada que se le parezca. Pero el equipo de comunicación de Podemos ha dado a entender que lo que quiere es quitar a los curas de los hospitales, olvidando a esos treinta y cinco millones de españoles y españolas que enferman y que necesitan, si lo quieren, un cura cerca. Y los curas pueden entrar en los hospitales, como entran los mecánicos, los fontaneros y los fans de Eurovisión. Pero el mensaje que llega es que no habrá curas en los hospitales. Pues bien, su bien chorrillo de votos que han perdido por no explicar y no preguntar. Olvidan como el resto de partidos, que no tienen que convencer a los suyos que ya están convencidos. Que tienen que convencer a los que no lo están y que tienen que gobernar para todos, no para los suyos solamente.
Por tanto, en plenas navidades, será el voto católico en todas sus variantes, por ser el mayoritario, el que decida. Y muchos se tendrán que arrepentir la noche electoral de, o no haberlos tenido en cuenta, de no haberles explicado las cosas, de haberles hecho la pelota demasiado, o simplemente, de haberles metido el dedo en el ojo de la manera más gratuita.