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En esta sociedad actual no podemos negar un indiscutible avance en materia tecnológica, al punto que más que servirnos como complemento de nuestros sentidos, a veces se convierte en nuestro todo.

En esta sociedad actual no podemos negar un indiscutible avance en materia tecnológica, al punto que más que servirnos como complemento de nuestros sentidos, a veces se convierte en nuestro todo.

Todos somos conscientes de lo que vemos, de lo que olemos, saboreamos, sentimos u oímos. Es algo que, aunque objetivable desde la particularidad de cada individuo, no dejan de ser estímulos que nos llegan, que están ahí, que los percibimos… existen.

El problema radica en todo aquello que no tiene capacidad de “estimularnos”. Les pongo un ejemplo que en la EGB me puso una vez un profesor. Sabemos que existe México, pero… ¿acaso lo hemos visto con nuestros propios ojos? ¿Lo hemos olfateado? No. Simplemente nos fiamos de su existencia, porque otros se han encargado de contrastarlo por nosotros. Y esa confianza ciega, si es manipulada o sesgada intencionadamente, puede convertirse en un arma peligrosa, tanto o más como una bomba de plutonio.

Hemos otorgado tanta credibilidad a lo que nos llega desde las redes sociales, televisión, periódicos y radio, hasta el punto de dejar capar nuestros sentidos y adormecer nuestra propia intuición, esa que es natural, que nos sirve para sospechar cuando alguien viene de mala fe, o nos está mintiendo, por ejemplo.

Han vendado nuestros ojos y no contentos con ello, nos echan a andar esperando que formemos una opinión con todo ese mejunje informativo que nos van regalando. Olvidan que el peligro de poner a caminar con los ojos cerrados está en que la población tropiece con los verdaderos obstáculos: los que realmente están ahí, frente a nosotros. Los que, en otras circunstancias, podríamos ver, oír, oler, sentir…

Cualquier información que nos llega por Facebook, Twitter, o cualquier otra red social, la automatizamos y guardamos automáticamente en la estantería de las Verdades irrefutables; de igual forma, la caja tonta emite de continuo noticias filtradas por la conveniencia del que paga.

De tal manera que España corre peligro de “venezolización” extrema y caminamos hacia el desastre. Sin embargo, por la cobertura informativa que ocupa en los informativos, las guerras en Siria y Ucrania deben haber acabado hace mucho tiempo. Y los refugiados que se hacinan en campamentos de Grecia y Turquía, ya deben haber llegado a los destinos pactados por las autoridades europeas. Y por supuesto no hay desahucios ni colas de paro en España.

Percibimos el mundo que nos transmite Atresmedia o Mediaset, que a veces es real, a veces es mentira, o a veces (muchas) es una verdad o mentira a medias, una manipulación. Imaginen a un músico que, pese a tener la partitura de la Quinta Sinfonía de Beethoven frente a sí, interpreta (porque se lo sabe, o peor, lo han adoctrinado para ello) el Concierto de Aranjuez. Puede ser una interpretación bella, sí… pero no es la real.

Este es el mundo al que nos hemos entregado sin condiciones, donde los filtros deciden lo que debemos creer. Esta es la mierda que nos han dado a oler con los ojos vendados.

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