Parece que no hay soluciones más allá de unas intenciones de venganza y Ley de Talión, y que no existe más maniobra que la que dictan las armas, sean empuñadas por terroristas o por militares.
Me alarma sobremanera, transcurridas ya unas horas del salvaje atentado en Mánchester, que el gobierno británico y la comunidad internacional apenas tenga respuestas a este tipo de agresiones más allá de los consabidos “ya los pillaremos” o “los combatiremos allí donde se pueda combatir” que abren las puertas a intervenciones militares en zonas de conflicto bélico (de dudosa efectividad antiterrorista).
Parece que no hay soluciones más allá de unas intenciones de venganza y Ley de Talión, y que no existe más maniobra que la que dictan las armas, sean empuñadas por terroristas o por militares. De la acción policial nada de nada (o casi nada). Y sorprende que apenas se haya avanzado en este terreno, que es el principal para desarticular bandas y futuras acciones yihadistas, ni tampoco en el puramente diplomático, terreno en el que Europa se mueve últimamente como un elefante en un cenagal. Para colmo de males en este terreno concreto, el otrora aliado y primera potencia mundial en servicios de inteligencia (USA), se debate en guerras internas a costa de un presidente díscolo, que los utiliza a su antojo y capricho, creando un cisma que amenaza con enfrentar al FBI, a la CIA y a todo aquel que forme parte de la Seguridad del Estado. Visto el panorama, difícil solución. Seguimos mirando el dedo mientras el sabio nos señala la Luna.
Lejos de arrimar el hombro para acabar con esta lacra, algunos políticos y medios de comunicación, mostrando su rostro más ruin y perverso, aprovecha la ocasión para recordarles a los británicos lo tristes y solos que se van a encontrar en estas circunstancias fuera de Europa, a pesar de la manifiesta incompetencia de la Unión en esta materia. Hacer leña del árbol caído es un deporte en el que los españoles llevamos siendo referente mundial desde hace siglos.
Pero me subleva pensar que se utilice la muerte de inocentes, niños y adolescentes la mayoría de ellos, para tirarle las migas de pan a la cabeza al comensal de enfrente. No es tiempo de reproches, ni de agoreros, sino de colaboración y solidaridad. Porque hoy es Manchester, pero mañana puede volver a ser Madrid, o Sevilla, o incluso (quién sabe) Jerez. Nadie está a salvo de esta barbarie de terroristas que se mueven con hilos manejados desde el poder de los que dentro de unos meses recibiremos con alfombras rojas y pétalos de rosas, con grandes fastos y honores, cuando vengan a disfrutar de nuestras costas a bordo de sus impresionantes yates.
Lo dicho… miremos más allá si queremos un mañana en paz, o al menos tranquilos con nuestra conciencia.
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