Espadas, en el centro, el pasado sábado, antes de anunciar la suspensión de las procesiones en Sevilla.
Espadas, en el centro, el pasado sábado, antes de anunciar la suspensión de las procesiones en Sevilla.

El timing lo es todo. Estar en el sitio y a la hora correctos o incorrectos lo define todo. La Semana Santa se ha cancelado en Sevilla. Casi cada año se cancela: unos años “de facto” por la lluvia y otros, como este, por una pandemia. Es algo relativamente común. Si llueve otra semana, pues no se cancela; igual con los virus, quizás nos librásemos de otros como el saars, o el ébola, pero éste nos ha tocado de lleno. No pasa nada, se queda El Cachorro otro año más sin salir.

Sin embargo, desde las más altas estancias del Ayuntamiento de Sevilla se ha planteado la Semana Santa de este año como una cuestión de supervivencia para la población de Sevilla, como si la verdadera vida nos fuera en que salieran las imágenes mucho más que si nos juntábamos cientos de miles de personas a infectarnos el virus. ¿A qué se debe este jet lag?

Justo este sábado día 14, el alcalde, Juan Espadas, en un acto de contrición y penitencia, digno de acompañar al Gran Poder el año que viene, ha anunciado el anuncio de cancelación de los desfiles procesionales envolviendo el acto en un sudario de solemnidad, a horas de que el presidente de la Nación decretara el estado de alarma. Pronto los coadyuvantes y acólitos del se apresuraban a escribir las palabras “sensatez” y “responsabilidad” a sueldo del establishment para salvaguardar la salud de los sevillanos del pérfido virus. Esto, que en otro tiempo hubiera tenido sentido, deja de tenerlo cuando te faltan 4 horas para que el presidente del Gobierno de contradiga con una declaración de estado de alarma del país.

En ese tiempo, en lugar de dar la hora como debe, se han lanzado declaraciones no muy afortunadas entre bromas como “aquí tiene que venir la OMS a cancelar la Semana Santa” han poblado la escena periodística sevillana. Esto en tiempo de carnavales tenia sentido; en tiempo de pandemias, no es gracioso. Los cofrades se animaban a salir a la calle, intentando crear masa crítica, para vencer las dudas que crecían en la opinión pública sobre la terca posición de alcalde de mantener por lo civil o lo criminal la Semana Santa y la Feria de Sevilla. Cuando llueve esto podría tener sentido, no este año; el timing volvía a no ser el correcto.

El timing importa, claro que importa, y más en un asunto como éste. A mi humilde entender, el tiempo de preocuparse por la población, como al rector de los designios de la ciudad de Sevilla le gusta llamarnos, fue hace semanas si se quería dar una respuesta coherente a la expansión de esta pandemia global. Hacerlo cuando lo ha hecho, ha sido un acto de ignorancia, de irresponsabilidad o mal gobierno por parte del mandamás sevillano.

¿O quizás haya sido un burdo intento por tapar la ausencia de programa político para la ciudad de Sevilla? A mi ciertamente me parece una defensa a ultranza de un plan raquítico para intentar sostener la nefasta política económica de este alcalde que pivota sobre franquicias turísticas y centros comerciales que empobrecen a los habitantes de la ciudad.

Quizás quien si pueda dar bien la hora tengan nombres como OMS. Para los no versados en acrónimos ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD. Se llame gobierno chino; se llame Ayuntamiento de Milán, gobierno de Lombardía y de Italia; se llame Uefa; se llama Ayuntamiento y Comunidad de Madrid. Se llamen las Fallas de Valencia o Mobile World Congress. Se llame Barcelona. Se llame Gobierno de España. Se llame incluso Conferencia Episcopal. Se llame población de Sevilla. Si no sabían la hora en el Ayuntamiento, podrían habérsela preguntando a toda esta gente.

El timing der arcade nos dice que seguramente la cancelación no se deba al calor de estas musas, si no a la obligación impuesta porque se le acaba el tiempo para empujar debajo de la alfombra para que no se vea que, sin turismo, no es nadie. Que su plan para una Sevilla de turismo de masas, Airbnb, franquicias, sevillanos expulsados a los suburbios y centros comerciales es nocivo para la población de Sevilla. Y que con su visión de lo que es la política local no conoce a los sevillanos, ni los quiere conocer. Solo quiere seguir empobreciéndoles, a base de guías de turismo sostenible, especulación inmobiliaria y la expulsión de negocios tradicionales, que han tenido que cerrar por la presión de los precios, y en favor de franquicias internacionales. Pero quizás no sea el timing adecuado para hablar de nada más que no sea la salud pública.

¿Y qué se ha hecho al final? Pues lo que había que hacer, lo normal. De haber seguido con normalidad esta Semana Santa 2020, hubiera acabado con alguno de nosotros de camino al hospital y al tanatorio. Solo se ha hecho lo mínimo que había que hacer: los mismos sacrificios que ha hecho todo el mundo alrededor del planeta. ¿O queríamos en medio de una pandemia mundial aglomeraciones de cientos de miles de personas en nuestra ciudad? ¿Que preferimos una Sevilla sin Semana Santa o de hospitales llenos? Solo nos hemos puesto en hora con el mundo. Es que hay veces —la mayoría de ellas— que en esta ciudad nos empeñamos en tener la cabeza a las tres de la tarde.

Y queda todavía la Feria, que estará por timing quizás este fuera del periodo de Estado de Alarma pero dentro del periodo de dos meses establecido por el gobierno para controlar la situación y que no haya repuntes… Dos meses, EN EL MEJOR DE LOS CASOS. Miedo de que el reloj del Ayuntamiento, en Plaza Nueva, no sepa dar la hora.

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