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Es una pena que nuestros gobernantes no se interesen suficientemente en sacar del subsuelo nuestro pasado.

El profesor Francesco Tiboni de la Univeridad Aix de Marsella plantea que el caballo de Troya no era un caballo sino un barco con mascarón de proa en forma de equino y considera que habría que reactualizar la versión de la Odisea de Homero en ese sentido. Basa la confusión en que en griego el significado de la palabra hippos es ambiguo, porque puede equivaler a caballo pero también representar un tipo de barco mercante que usaban los tartesos y fenicios denominado hippoi. El  académico está convencido de que en la traducción se obvió este último significado, que sería el real. La embarcación en cuestión era pequeña, ligera, tenía poco calado, con mástil desmontable y resultaba muy maniobrable. Existen amplias evidencias arqueológicas e iconográficas de la navegación por esas zonas de estas naves durante esa época. Incluso este tipo de barco aparece en monedas fenicias.

Curiosamente Menesteo, que según Homero en la Iliada era rey de Atenas, aportó 40 naves al conflicto bélico y estuvo escondido dentro del caballo (o barco) de Troya. Según la misma obra, durante la guerra este soberano perdió su trono y se marchó hasta el río Criso, actual Guadalete, posiblemente a donde está enclavado actualmente el conjunto arqueológico de Doña Blanca o puerto Menesteo. ¿Y si realmente Menesteo hubiese sido un rey tartésico que hubiese participado en la guerra de Troya, aportando una flota de hippos, y que el motivo de intervenir en la conquista fue defender los intereses comerciales expansivos de Tartesos en alianza con los griegos? Tarsis comerció con medio mundo, desde Inglaterra , importando el estaño de esas tierras, hasta con el más remoto puerto del Mediterráneo, donde mercadeaban y exportaban principalmente bronce y plata, circunstancia esta última que es mencionada en la Biblia, lo que demostraría que desde la época arcaica los tartesos eran un pueblo en apogeo.

La excavación de Puerto Menesteo podría demostrar que allí se situó la ciudad más antigua de Occidente, máxime teniendo en cuenta que según fuentes escritas, entre ellas la del historiador Velayo Patéculo, la fundación de la colonia fenicia de Cádiz, que está al otro lado de la bahía, se produjo 80 años después de la guerra de Troya, por lo que esa población debió ser erigida con anterioridad. Un gran avance, aunque insuficiente, ha sido el uso de un georradar para estudiar el subsuelo y  determinar la superficie exacta de Doña Blanca efectuado recientemente por la U.C.A. Esta investigación ha conseguido un gran descubrimiento, ya que ha revelado que en ese lugar se construyó un gran muelle, con un amplio barrio portuario, propio de un gran emporio comercial, y con un extenso entramado urbano, que incluye importantes edificios y templos La suerte es que no hay nada construido encima, pues ese recinto fue abandonado, y la extracción de los restos pude ser cómoda.

Dada la importancia de este yacimiento, la Junta de Andalucía debería de invertir en él, pues, incluso con una financiación modesta, se podrían alcanzar grandes resultados y lo gastado podría multiplicar la riqueza de la zona. Ese lugar con algo de empuje y ganas se convertiría en un referente no sólo nacional, sino también internacional, de atracción turística, con restos únicos en Europa y  podría llegar a convertirse en una palanca de desarrollo en un área muy necesitada de empleo. Con un poco de iniciativa se podría organizar una ruta fenicia triangular en la que se visitasen los enclaves de Gadir en Cádiz, el Castillo de Chiclana y de Puerto Menesteo, para que esa riqueza que se genere con la exhibición de lo hallado se extienda más ampliamente. También estas visitas podrían dinamizar el aprendizaje y el interés de esa época de nuestra historia.

Otro de los lugares donde había que hacer prospecciones arqueológicas urgentes es Mesas de Asta, cuyas excavaciones fueron interrumpidas en 1958, cuando auguraba ser uno de los yacimientos más esperanzadores de la península. Ya el mismo nombre Asta, significa en tarteso ciudad, por lo que se supone que no sólo habrá restos medievales y romanos, que  ya se han constatados fehacientemente, sino también de ese periodo previo. Algunos especulan que en ese enclave residían los reyes tartésicos. Se sabe por estudios geológicos que el Guadalquivir desembocaba también por allí, y no solamente por Sanlúcar, por lo que era un emplazamiento situado estratégicamente, muy bien comunicado por mar y con fácil defensa, muy apropiado para la época en que las civilizaciones se desarrollaban alrededor de los grandes ríos, al igual que el Nilo en Egipto y el Éufrates en Mesopotamia. Es una pena que nuestros gobernantes no se interesen suficientemente en sacar del subsuelo nuestro pasado, pues éste, con su conocimiento,  nos ayudaría a conseguir un buen porvenir.

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