El borrón y la bronca

Recuperar la calma será lo primero y a eso va a contribuir la recuperación de la cortesía y la buena vecindad.

Un momento de la investidura de Pedro Sánchez. FOTO: CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
Un momento de la investidura de Pedro Sánchez. FOTO: CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Sería sencillo decir que desde que ha llegado Vox el comportamiento en el Congreso se ha vuelto tabernario, pero no sería cierto. Hace ya años que la degradación de la conducta, la falta de respeto en el trato y el insulto y la descalificación son los argumentos de la derecha troglodita española, ahora trifurcada. Recordemos los graves insultos de Rajoy a José Luis Rodríguez Zapatero por los que ningún presidente del Congreso se atrevió a expulsarlo, como sí se hizo con el diputado Pujalte, del PP, y que le costó a aquel presidente la reprobación del PP. Expulsaron al diputado Rufián injustamente e ignoraron las graves provocaciones de Borrell en aquella situación.

Hace unos días publicaba Mariam Lau, en Die Zeit, Como si tuvieran el poder, un interesante artículo sobre cómo ha cambiado la vida humana en el Parlamento federal alemán desde la llegada de Alternativa para Alemania, el partido de ultraderecha que igualmente ha alcanzado una no pequeña cantidad de diputados: 90 de 709. Las continuas llamadas al orden desde la presidencia del Bundestag, la falta de respeto y la invasión de la privacidad, la falta de interés en las actividades del Parlamento, etc.. Todo ello lleva incluso a que un vicepresidente del Parlamento se queje de la desvergüenza pero, por temor al conflicto, no actúe con el reglamento en la mano. El sábado y especialmente el domingo se echó de menos una necesaria aplicación del reglamento en la Carrera de San Jerónimo. Casado es un diputado como todos los demás.

No se debe perder de vista que emponzoñar la vida parlamentaria y la buena vecindad en el Congreso es parte de la estrategia de la ultraderechizada derecha, como muy bien describe Mariam Lau. Los ataques contra la diputada Mertxe Aizpurua, de EH Bildu, fueron simplemente inaceptables, algo que sí alcanzó a articular la presidenta del Congreso aunque sin consecuencias para quienes tan graves ofensas profirieron, al tiempo que permitía a Casado hablar a su capricho. Como quedó sin pena la mentira de Edmundo Bal, dado que Mertxe Aizpurua no llamó fascista al Rey, como él afirmó. Demasiada brocha gorda, se dice, sin comprender que es parte de la estrategia de descrédito y demolición del Parlamento, si atendemos a que ningún diálogo puede comenzar sin respetarse ni habitar en la cortesía.

Al igual que describe Lau el lenguaje conocido de Goebbels, y usado en el actual Bundestag, no se debería pasar por alto el léxico franquista usado en el Congreso o fuera de él por las fuerzas de la derecha extrema: Cortes Españolas, por ejemplo, al referirse el Congreso, cuando las Cortes son Congreso y Senado juntos y solo juntos. Este vídeo es un sencillo compendio del regreso de un léxico que trataría de devolver el pasado contra la actual democracia.

Las derechas, en su cuádruple versión escenográfica, están queriendo conducir al colapso al Parlamento, desde la premisa de que solo si las derechas gobiernan es legítimo, es español y no es una infamia. Las mismas derechas que dejaron pudrir el conflicto con Catalunya, cuyas consecuencias padecemos todos. Tres grupos parlamentarios, los obispos católicos españoles y los poderes económicos en la sombra.

Siempre recuerdo al presidente federal alemán Gustav Heinemann, que afirmaba que él no amaba a Alemania sino a su esposa. Y cuando se habla de identidad yo recuerdo siempre que la patria de los seres humanos puede ser su niñez, los libros que han leído o las libertades en que pueden vivir. Lo dijo la diputada de la CUP, lo insinuó el diputado Rufián y lo pensamos los que hablamos de la matria, un pensamiento cada vez más extendido. La identidad está en nosotrøs y somos nosotros mismos. Ya sé que oponerse a la identidad colectiva exige gran valentía. Solo hace falta unø valientø que diga que su bandera es un trapo de cocina, donde se hace comida rica y se conversa con amabilidad, o con firmeza, pero respetuosa.

Frente al colapso de las tres derechas escenificadoras de una patria sagrada con su altar y su verdad dogmática inamovible granítica, defendida por una Ley draconiana y la inquisición detrás de la puerta, el pacto de Viena entre conservadores y verdes que acaba de ser ratificado este sábado. Decía Daniel Innerarity, ayer, que quien conozca la lógica propia de la política sabe que se trata siempre de elegir entre lo malo y lo peor. Lo peor en Austria sería seguir con un gobierno de técnicos desde el ibicenco escándalo que hizo imposible seguir con un gobierno de conservadores con ultraderechistas y tener que volver a convocar elecciones a ver si suena la flauta como debe.

Este fue el intento del PSOE para no pactar con Unidas Podemos y la flauta sonó mucho peor al segundo intento. A diferencia de Viena, que logró un pacto en 94 días por las dificultades del caso, un gobierno entre opuestos, el caso español debería ser tomado con naturalidad y sin los excesos verbales groseros e insultantes a los que se han entregado las derechas ultraderechizadas con la bendición del agua bendita y las llamadas al rezo por España, en una versión nacionalcatólica con tufo franquista.

Borrón y cuenta nueva, nos han propuesto desde la tribuna, lo mismo el PSOE que Esquerra Republicana de Catalunya. Todos tenemos una hemeroteca, decía Rufián, y llamaba a dejarla a un lado. Lastra conminaba a recomenzar. Los evidentes errores están a la vista, la enorme y grosera brocha gorda que se usó hasta hace solo unas semanas ensucia las paredes todavía, los puristas de las izquierdas se remueven en sus asientos, y sin embargo parece que haya que elegir entre lo malo y lo peor. Lo peor es el neofranquismo, el insulto, el sectarismo, el dogma de fe política, las reacciones excluyentes y la nueva inquisición. El PSOE se equivocó gravemente, en muchas ocasiones; varias de sus antiguallas siguen varadas y envaradas en sus nostalgias amojamadas. No creo que haya que abolir las hemerotecas, creo que hay que reconocer los errores y mostrar que se ha cambiado de actitud.

La coalición propuesta, a diferencia del difícil experimento de Viena, es entre diferentes pero no entre opuestos. Las diferencias se enconaron porque el Estado se enconó, fundamentalmente. Recuperar la calma será lo primero y a eso va a contribuir la recuperación de la cortesía y la buena vecindad. No hacen falta cordones sanitarios excesivos, es mucho más aconsejable la amabilidad asertiva y la firme.

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