Saldaña y la mala memoria del PP

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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EDITORIAL. Dar crédito a esta promesa del PP es como confiarle a Bárcenas las llaves de la fábrica de moneda y timbre o al zorro la custodia del gallinero

Una vez dijo  Félix Grande —escritor, poeta, guitarrista, flamenquísimo y socialista— que "lo peor de la política es que homologa", refiriéndose a que mete en el mismo saco a la gente honesta y a quienes la entienden como un pozo negro en el que todo vale y en el que triunfa quien más capacidad tiene de medrar en medio de la inmundicia. Desgraciadamente, estos últimos son quienes desacreditan esa actividad tan noble, que tiene que ver con una vocación de servicio público y no con prosperar en el enfrentamiento y la bronca. Viene esto a colación por la "promesa" del concejal y parlamentario andaluz Antonio Saldaña de que el PP "dará estabilidad a la plantilla municipal” si vuelve al gobierno municipal tras las elecciones municipales del 27 de mayo del año que viene. Si no estuviese oliendo ya a primavera podría pensarse que es 28 de diciembre. Más si cabe, cuando con tan solo un poco de memoria histórica, puede recordarse que idéntica promesa ya la lanzó el PP antes de las municipales de 2011, con una carta firmada de puño y letra de la exalcaldesa Pelayo, y una vez aupada al poder, no tuvo reparos en promover el primer expediente de despidos masivos de un ayuntamiento en España.

Saldaña, que de adolescente soñaba con ser como Pacheco y que de mayor se ha quedado en Saldaña, fue el que calificó en el TSJA a los trabajadores ajusticiados por el ERE de "vagos y quejicas” y, no contento con ello, siguió mintiendo en todos los juicios individuales, junto a sus compañeros del gobierno de Pelayo, que en ningún caso pudieron demostrar que la elección de los afectados se realizó con criterios justos sino, al contrario, como sentenció el Alto Tribunal andaluz, con "absoluta arbitrariedad". Y todo ello sin privarse de gestos de desprecio a sus víctimas en los pasillos de los juzgados, de los que fuimos testigos algunos medios que cubrimos en sala el desarrollo de los juicios. Tampoco vimos el menor respeto y compasión hacia trabajadores y trabajadoras que, en muchos casos, tenían más de treinta años de servicio a sus espaldas. Así que dar crédito a esta promesa del PP es como confiarle a Bárcenas las llaves de la fábrica de moneda y timbre o al zorro la custodia del gallinero.

Dar crédito a esta promesa del PP es como confiarle a Bárcenas las llaves de la fábrica de moneda y timbre o al zorro la custodia del gallinero

Seguramente la alcaldesa Mamen Sanchez se equivocó prometiendo a los afectados y afectadas por el ERE lo que luego no tuvo determinación para cumplir, a pesar de que en la antesala de las municipales, y en la jornada electoral, se benefició del desgaste que aquellos propiciaron a Pelayo con sus movilizaciones. Seguramente ahora también se esté equivocando, poniendo en la mesa una propuesta sin madurar convenientemente, ni consensuar —como así se lo han recordado sindicatos poco sospechosos en el Consistorio jerezano como CCOO—, que está produciendo incertidumbre dentro del ayuntamiento y también fuera. Solo hay que pegar la oreja en los bares donde desayunan los trabajadores municipales para hacerse eco del runrún de sus renovados miedos, y también escuchar los comentarios de los ciudadanos de la calle, que critican que se quiera hacer funcionario a mucha gente que entró en el Ayuntamiento sin más criterio que el dedo político.

En todo caso, lo cierto es que las declaraciones de Saldaña —a las que deberían responder los sindicatos que no pararon el ERE en su momento— solo pueden considerarse como otro intento de medrar en medio del ruido y de sacar rédito otra vez a costa de sus presas favoritas: la plantilla municipal. Que se lo pregunten a quienes han tenido que dar su vivienda como dación en pago, quitar a sus hijos de la universidad o recurrir a los abuelos para comer todos los días. Esos que fueron víctimas por “vagos y quejicas” de quien ahora promete el cielo a sus excompañeros. O como dicta el dicho, si te engañan una vez, la culpa es de ellos. Si te engañan dos veces, la culpa será tuya.

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