La única certidumbre es que el estadounidense Robert Francis Prevost Martínez (es importante poner su segundo apellido para resaltar su origen) ha sido nombrado Papa y que ha elegido el nombre de León XIV, en evidente reconocimiento a León XIII, el primer Papa que se interesó abiertamente por las cuestiones sociales a finales del siglo XIX.
A partir de ahí, cualquier opinión sobre cómo será su papado es una simple conjetura, si bien hay varios elementos de juicio sobre su vida y sus actos que dan una idea de por donde puede ir su papado, elementos que no todos van en la misma dirección.
De una parte, se trata de un cardenal que fue elegido como tal en 2023 por el Papa Francisco, una elección que, como todas, se sustenta en la doctrina, costumbres, piedad y prudencia que en su momento detectó el Pontífice anterior en su figura… a las que hay que sumar la cercanía, claro, la cercanía. Tras ser elegido Papa, ya como León XIV, ensalzó la figura de su antecesor y, en principio, parece que su línea no va a diferir mucho. Su trabajo como prior general de los Agustinos durante dos mandatos es importante, pero casi lo es más su labor a pie de calle en Perú como misionero, pese a tratarse de un país de amplísima mayoría católica. De hecho, nadie duda de que esa importante componente social desarrollada en el país andino ha sido fundamental, primero para su nombramiento como cardenal por el Papa Francisco y, segundo, para su designación como nuevo Papa por parte del cónclave cardenalicio. Mujeres, marginados, inmigrantes… son muchos los colectivos que esperan que las palabras de Francisco acaben concluyendo en hechos con León XIV.
Sin embargo, ha sido cuestión de horas que haya salido en medios de comunicación de todo el mundo que León XIV ha sido un tanto contemporizador en la denuncia y desenmascaramiento de los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia católica, tanto en su etapa en Perú como en Estados Unidos. Habrá que estar atentos a la evolución de este tema, si se queda en nada o en si comienza a producirse una suma de responsabilidades, aunque sea por omisión, que pudiera llegar a comprometer su Papado.