Las negociaciones de los socialistas para conseguir la investidura de Pedro Sánchez continúan y siguen haciéndolo en un tono informativo muy bajo, en el que todo, lo que se filtra, y eso que es muy poco, está muy medido. Por ejemplo, este miércoles se ha dado como noticia que Sánchez ha hablado por teléfono por primera vez con Oriol Junqueras tras su condena, para matizarse inmediatamente después que era la primera vez que hablaba "oficialmente" con el líder de ERC. Sin más detalle. La forma sobre el fondo.
El protagonismo en los últimos días, en efecto, está siendo para ERC, ya que también ha hecho declaraciones el hombre fuerte de esta formación catalana en Madrid, Gabriel Rufián, que ha dejado claro que lo que se está negociando con los socialistas "es un acuerdo de investidura, no un acuerdo de Gobierno". ¿Realidad o farol? ¿Mensaje para el PSOE o para la propia parroquia?
Lo cierto es que días atrás, en otro editorial, ya se puso sobre la mesa la evidencia de que el proceso se le iba a hacer muy largo al PP... pero también a los socialistas, sin advertir que ese cansancio fruto de su duración se iba a manifestar primero en la ciudadanía, que ha dejado de seguir los 'dimes y diretes' de baja intensidad que se producen todos los días y que ya está solo a la espera de ver si hay suma a favor de Pedro Sánchez, en qué condiciones (léase amnistía) y cuándo, después de que fuera precisamente el fugado Carles Puigdemont el que decidiera que los tiempos se iban a la versión 'maxi' y que, desde luego, no iba a haber investidura exprés.
En esa necesidad informativa de remover cosas que, cuando lleguen las de verdad, van a quedar en simple anécdota que nadie recordará —a no ser que haya damnificados—, se pueden incluir los esfuerzos de Yolanda Díaz con el independentismo y cómo se perciben desde la parte socialista del Gobierno: si es verdad que no se comparten; se comparten, pero es una misión con tintes de sacrificio o, lo más probable, son todos fuegos de artificio.
Ah, y todo esto justo la semana del Día de la Hispanidad, sin mayor significado, ni siquiera entre el PP, y con Pedro Sánchez curándose en salud en una fecha que se presentaba especialmente dura en cuanto a los habituales silbidos, insultos y reproches –tampoco parece el día más indicado–, reduciendo considerablemente la asistencia de público a las gradas del paseo del Prado y aledaños.
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