La marcha de Espinosa de los Monteros: Vox tiene pendiente un análisis de sus malos resultados

La salida de la ejecutiva del hasta ahora portavoz parlamentario, evidencia que la lucha que mantienen el ala liberal y la conservadora de la formación ultra se recrudece debido al 'pinchazo' del 23J

Iván Espinosa de los Monteros, en un acto electoral en Jerez.
Iván Espinosa de los Monteros, en un acto electoral en Jerez. MANU GARCÍA

Desde su irrupción en la política nacional, Vox ha transmitido una imagen monolítica. De hecho, no sería la primera vez que exdirigentes y cuadros medios que han ido abandonando el partido utilizan el término “secta” para referirse al funcionamiento del mismo. También distintos medios de comunicación han utilizado esa palabra después de la última reforma de los estatutos de la formación, en la que se da un paso adelante en la opacidad que caracteriza las relaciones internas entre los dirigentes del partido y de estos hacia los distintos medios de comunicación, especialmente los que son abiertamente hostiles.

Ahora, con la marcha de Iván Espinosa de los Monteros de la ejecutiva del partido –al menos por ahora va a seguir siendo militante de base–, que aduce unas causas personales para justificar su decisión que resultan difíciles de creer, salta a primera plana de los medios de comunicación que el partido de extrema derecha en realidad tiene dos almas que llevan ya varios años enfrentadas. La salida de Espinosa de los Monteros, que se identificaría con el ala liberal del partido, significaría que en Vox va ganando terreno el ala, digamos, conservadora. Se trataría, corriendo el riesgo de simplificar, de una lucha entre dirigentes que provienen del PP, como el propio Espinosa de los Monteros, frente a gente de una línea más dura que accede a Vox desde grupúsculos ultras que no estaban en la política al uso, caso de Jorge Buxadé, por ejemplo.

En realidad, desde que se ha conocido la salida de Espinosa, parece que medios de comunicación y redes sociales están llenos de ‘politólogos’ –aquí mejor con comilla­-– que estaban todos al cabo de la calle de esta lucha interna que, desde luego, no era tan evidente cuando se aborda todo lo que tiene que ver con Vox, siempre, al menos en principio, uniforme. Otra cosa sería poner el prefijo ultra a esas dos corrientes, ultraliberales (y las connotaciones que ese término tiene) versus ultraconservadores, que sería mucho más tranquilizador para volver a la generalización y la unidad: ultraderecha se mire por donde se mire.

Lo que ocurre en política es que cuando hay buenos resultados, las ‘almas’, corrientes o como se quieran llamar de los partidos, se soportan. Cuando no, pasan estas cosas. En modo un tanto pintoresco ya pasó con Macarena Olona en Andalucía, lo que ocurrió fue que el personaje terminó siendo una parodia de sus circunstancias.

Al final, a nadie se le escapa que Vox tiene un análisis riguroso pendiente de los malos resultados que obtuvo el 23J, y que esos malos resultados están mediatizando su agenda nacional, como el cambio de timón que son los posibles apoyos ‘gratis’ a una posible investidura de Núñez Feijóo. Un análisis que poco tiene que ver con el pasar página de Santiago Abascal la noche electoral y darlo todo en las negociaciones con el PP para formar gobiernos autonómicos. Probablemente, eso es lo que le ha querido decir Espinosa de los Monteros con su marcha.

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