Jerez ha sido una de las ciudades que en mayor medida ha sufrido las consecuencias del temporal Bernard. Es cierto que dicho temporal se extendió por casi toda Andalucía, con casi 2.000 avisos a emergencias en toda la comunidad, con importantes daños también en distintos puntos de Huelva e incluso de Córdoba (los dos fallecidos corresponden uno a cada una de estas provincias), además de otras zonas de Cádiz, incluida la capital, pero los daños ocasionados en Jerez, aun sin tener que lamentar afortunadamente víctimas mortales, han sido cuantiosos y muy a la vista.
La alcaldesa, María José García-Pelayo, al pie del cañón desde el propio domingo por la tarde, ha adelantado que el Ayuntamiento contará próximamente con un Plan del Arbolado con el que pretende restituir la mayoría de los ejemplares que se han perdido.
Con todo, la sensación que queda en la ciudad después del domingo –y la ‘pared’ de agua que cayó el jueves por la tarde– es la de que Jerez necesita un repaso, pero un repaso general, no solo andar cambiando los 70 u 80 árboles que se hayan podido perder (que también). No se trata de buscar responsables políticos, pero es un hecho de diez, quince años, a esta parte, cuando la decadencia económica y social de la ciudad comenzó a ser visible –casi se podría decir que palpable– que Jerez, simplemente, no está bien, no está a punto, no está afinada. Por eso, todo, cualquier imponderable, parece siempre más.
Jerez debería abordar, en la medida en que se lo permita su situación financiera, lo que bien podría llamarse un Plan General de Mantenimiento, ver en qué medida se puede reponer todo lo que se ha quedado antiguo, obsoleto e incluso caduco en la ciudad (cómo están muchos contenedores, parte del mobiliario urbano, fachadas, buses urbanos, que hayan estado unas 2.000 personas del Jerez rural 24 horas sin luz después de la tormenta, cómo está la infraestructura que ‘sale’ para eventos como la Feria o la Semana Santa, etc), temas muchos municipales, pero también de la Junta o de empresas suministradoras, no es cosa solo del Ayuntamiento.
Pero como por ahora solo hay anunciado un Plan de Arbolado, sería un buen momento de ir más allá de la simple reposición por el vendaval y evaluar qué aportan algunas de las especies arborícolas por las que se ha venido apostando en un período similar al que se ha citado arriba. En un momento en que se está pidiendo a las ciudades que redoblen esfuerzos para luchar contra el cambio climático, que creen más zonas libres de emisiones, que haya ‘islas verdes’ que siempre proporcionan frescor, puede que sea el momento de preguntarse qué aportan, por ejemplo, tantas palmeras como esas que superan los veinte metros y no dan nada de sombra, un evidente exceso de naranjos y aunque es un problema de otro tipo, los árboles que revientan las aceras, el exceso de naranjos e incluso las jacarandas, eso sí, tan fotogénicas en mayo, claro, por no hablar de los parques parcialmente alquitranados…
Comentarios