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EDITORIAL

En Jerez hay sobradas oportunidades durante todo el año de acceder al flamenco (desgraciadamente ojalá fuese con toda la cultura igual) de forma gratuita por parte de quienes sientan la necesidad (desgraciadamente poca demanda y consumo se genera y promueve desde lo público: chapó por los tabancos y por algún que otro 'loco'). Un ejemplo de lo gratis total en lo jondo son las peñas flamencas cuyo modelo, discutible por cierto, subvenciona el 100% de las entradas a quienes acceden a sus espectáculos, propios o extraños, peñistas o vecinos, jerezanos o turistas. Luego tenemos el Centro Andaluz de Flamenco (CAF), que es el mejor y mayor centro documental de flamenco del mundo. Y es gratis. Y está vacío casi siempre. ¿Sabe usted dónde está el Palacio Pemartín? Pues ahí queda: plaza San Juan.

La alcaldesa, en una presentación del Festival de Jerez en Villamarta

Tradicionalmente Jerez (al menos durante la época democrática) ha combinado programación gratuita de flamenco (para promocionar nuevos valores tradicionales principalmente o incluso con ciclos tan prestigiosos como aquel maravilloso que se hacía en la plaza de La Asunción ante la fachada renacentista ante la que hoy hay varios tablones) con dos eventos de relevancia internacional como son la Fiesta de la Bulería y desde hace 19 años el Festival de Jerez. Se podrán haber cuestionado su formato, sus días de duración, su cartel, pero nunca han perdido su sello como máximos exponentes y escaparates de lo que Jerez entiende como flamenco de élite o al menos de primer nivel. Lo que Jerez exporta al mundo como mejor cosecha o añada flamenca. Ese arte por el que principalmente un turista o un cursillista pagaría por ver y aprender de un género Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

¿No quedamos en que queríamos vivir del turismo y que en una de sus cunas el flamenco, Jerez, podía generar una estratégica industria cultural en torno a esta música tan enraizada en nuestro ADN? Que el Partido Popular se haya sacado de la manga celebrar este mítico evento, de los más antiguos de España, gratis y en el Mamelón (probablemente en respuesta urgente y no meditada a los cuantiosos gastos que ha originado la decoración de la hasta hace poco abandonada fuente con motivo de la Vuelta), es una falta de respeto a la tradición flamenca de la ciudad y un insulto para los artistas que estaban contratados con un caché rebajado para abaratar el coste de las entradas y que ahora actuarán de balde (les pagarán entendemos) como si de un mítin electoral se tratara. Curiosamente en 2008 criticó con dureza que Pilar Sánchez regalase cientos de entradas de la Bulería para hacer proselitismo.

¿Quién hace ahora qué? Por qué si lo que se pretende es acercar el flamenco a la ciudadanía como dicen, ¿por qué no se ofreció entrada gratuita para los recién finalizados Viernes Flamenco, si año por año éstos pierden protagonismo y entidad? Sí, la respuesta parece más que evidente pero para alcanzar esa conclusión no hay que llegar ni a Algodonales. Presentar ante la opinión pública que la Fiesta de la Bulería puede ser gratis total y, al mismo tiempo, tratar de haber justificado decisiones tan traumáticas como 260 despidos de empleados públicos o la privatización del agua de todos los jerezanos alegando causas económicas no es solo insano sino que es un ejercicio de cinismo político que alcanza cotas desconocidas.

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