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Ciudadano Saborido

Alfonso Saborido - @asaborido

No hay discusión sobre las atenciones públicas que reciben las hermandades de Semana Santa jerezana que no termine en que hacen muchas obras sociales en la ciudad además de ser impulsoras de la economía local. Las hermandades deben hacerse mirar este argumento que dan las personas que pretenden justificar todo tipo de atenciones que reciben de la administración pública, porque a mí entender es erróneo ya que parecen decir que la justificación última de todo esto es la creación de riqueza.

Desde luego, es legítima la creación de la riqueza para una ciudad tan falta de ella. Nadie duda de la importancia de la Semana Santa en la industria del turismo en Jerez. ¿Pero es el fin de una hermandad constituirse en parte de esta industria? No. La Iglesia Católica tiene muchas organizaciones que van desde el Opus Dei hasta las comunidades cristianas de base, pasando por las comunidades neocatecumenales de Kiko Argüello y, cómo no, las hermandades, entre muchas otras. Todas tienen un objetivo común: el servicio al Evangelio. O al menos era así hasta ahora.

Una hermandad por tanto debe estar al servicio del Evangelio, que se traduce en cosas muy sencillas como por ejemplo: dar de comer a quien tiene hambre, dar cobijo y casa al que ha sido desahuciado, compartir y dar de lo que se tiene y no de lo que sobra. Pero si nos quedáramos en eso sólo seríamos cristianos descafeinados. Hay que dar de comer al que tiene hambre, pero denunciando públicamente lo que la provoca. Ayudar al deshauciado, pero denunciando públicamente a quién le quita injustamente su casa.

Sé que en las hermandades hay personas que este mensaje lo tienen muy claro. Injusto sería generalizar. Pero hay personas que no lo tienen claro y hacen mucho daño a la imagen de las hermandades. Como aquellos que defienden que si dan tanto o cuánto a Cáritas, olvidando que su mano derecha no debe saber lo que hace la izquierda, y mucho menos, nosotros.

Las hermandades deben plantearse que no son una industria ni el motor del turismo, sino un instrumento para conseguir la justicia y la igualdad entre todos los seres humanos, que en eso consiste el Evangelio. No hace falta ser teólogo para comprenderlo. Deben tener la capacidad cuando las administraciones le den donativos de decir: muchas gracias, pero nuestra misión es otra. Denle ese dinero a quien lo necesite y si nosotros no podemos estrenar este año un palio, pues no pasa ná.

Mientras no se consiga este mensaje por parte de las hermandades, seguirán apareciendo ante los ojos de la administración como una industria. Generadora de riqueza, sí. Pero andarán por el camino equivocado.

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