“Sobre las siete colinas enjoyadas, más allá del séptimo muro, en la cabaña de los siete enanitos, habita Blancanieves, la más bella de todas”.
Así reza el cuento que tantas veces nos leyeron (y leímos) en nuestra infancia. Sin embargo, estoy segura de que este fin de semana he visto a Blancanieves pasearse por las galerías de Los Claustros de Santo Domingo, sorteando al público con una sonrisa, perdiéndose entre los libros, disfrutando de la música, de los aplausos y de los silencios absortos mientras desde el escenario se cuenta una historia. Sin duda, alguien dejó abierto el cuento y le permitió escapar en busca de nuevas aventuras.
No hubo caras de extrañeza, nadie quiso detenerla por escándalo y se aceptó bien que saliera de su época para venir a la nuestra; a fin de cuentas, siempre ha habido brujas malvadas y personas a las que cuidar, ya sea en el bosque o en la gran ciudad. Y, pese a ello, seguimos confiando en que nuestra historia acabará bien, que los errores se corregirán, que seguirá habiendo cuatro estaciones, tres Reyes Magos y un Ratón Pérez; que las muertes no serán definitivas y que los niños y niñas no sufrirán.
Alguien muy querido me ha recordado en estos días La biblioteca de Babel, cuento de Borges en torno a una biblioteca-universo que contiene todo en sus libros y, además, en todas las lenguas existentes. Antes de que me perdiera en el recuerdo de las cámaras circulares o de aquel libro cuyo lomo daba la vuelta a las paredes, esa misma voz afirmó en el Refectorio con rotundidad que la literatura es magia y puede llegar a ser más real que la propia realidad, que la propia vida.
Solo por eso, merece la pena celebrar la Feria del Libro, porque necesitamos celebrar que alguien sueñe, escriba sus sueños y los comparta con nosotros; porque llenar de libros un lugar sagrado es reconocer lo que de verdad importa: los ideales humanistas de justicia, ética, solidaridad, responsabilidad y búsqueda de la verdad. Defender el conocimiento y la imaginación, a un tiempo; luchar para que otro mundo sea posible y –como diría Ana María Matute– “inventar la vida, porque acaba siendo verdad”.
La Feria del Libro 2025 terminó, pero vayamos tras Blancanieves y entremos en el universo de cada libro, sigamos el rastro de cada página, subamos el peldaño de cada ejemplar, buscando la magia de la existencia.
Un consejo: por si acaso, no muerdan la manzana.
