En su última novela, Juan José Millás habla del agujero existencial, un espacio entre aquello que somos porque nos empujan los demás y lo que en nuestro interior sentimos que debemos ser o deseamos ser. Como si tuviéramos tres cabezas con las que caminásemos por el universo en eterna contradicción, en permanente conflicto.
“Ese agujero nos recuerda que somos seres en construcción, siempre incompletos (…) El agujero constituye un espacio de potencialidad, de misterio, de ahí que sea también el espacio de la creatividad”, reflexiona uno de los personajes. La posible contradicción, el conflicto o la inclinación unas veces hacia el dibujo que el otro hace de nosotros y otras, enfocados en el que se mueve en nuestro interior, percibido como un intruso, un extraño que pone en cuestión cuanto hacemos y pensamos, desafiando nuestra necesidad de controlar la existencia, de definir límites y reconocerlos con claridad, aunque solo sea para aproximarnos al borde y disfrutar de las vistas.
El ser humano se tambalea, duda y sufre porque cuando acepta el papel que le han asignado, una voz interior le dicta que no es ese y cuando sigue el dictado de esa voz, la sociedad le repudia por considerarlo lejos de lo que considera aceptable. En ese constante ir y venir de lo ajeno a lo propio se consume la existencia sin que seamos capaces de hallarle un sentido plausible. Se medita, se escribe y se debate acerca de la distancia entre el yo construido por los demás con la materia de los deseos, expectativas, necesidades y frustraciones, y el yo construido por cada ser humano con algo de ese material y mucho de memoria, sueños y decepciones, ensamblados bajo el prisma de la gran pregunta que parece guiarlo todo: ¿quién soy?
Contemplando los innumerables puntos de conflicto armado que hay en el mundo, los campos de refugiados y las zonas afectadas por las catástrofes naturales podemos alcanzar una conclusión estremecedora. Barro. Somos barro, materia dúctil y maleable; capaz de hacer caer a un gigante y de llevar agua a una persona sedienta.
