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Nosotros ya tuvimos un padre de la patria andaluza, Blas Infante, del cual se cumplieron ayer 132 años de su nacimiento. 

Se agitan las copas de los árboles y el cielo anuncia tempestad sobre el problema catalán, y su pretendida consulta (eufemismo de referéndum, no nos engañemos) sobre la conveniencia de seguir perteneciendo o no a este país, por lo civil o por lo criminal. Lo último, esa comparecencia de los presidentes de nuestra democracia, alineándose claramente tras las tesis apocalípticas de Rajoy, y con una clara intención intimidatoria. Sorprende en particular, e incluso hiere al oído, la novedosa retórica de Felipe González, otrora adalid de las libertades y el izquierdismo, y que sin embargo ahora suena a rancio, caduco, apolillado… agitar el fantasma de la intervención policial y militar en una comunidad hermana por el hecho de poner unas urnas, le pone a uno las carnes de gallina, porque baja mucho el listón de lo permisible. Como cuando un árbitro saca tarjeta amarilla a la primera patada del partido cuando apenas se llevan jugados unos minutos. ¿Dónde queda el diálogo? ¿Dónde la negociación, señor González? ¿Dónde (al fin y al cabo) la política?

No hace mucho, se sentaba usted en la misma mesa con el mismísimo Jordi Pujol para repartirse la tarta presupuestaria, y entonces no le decía usted de forma tan abierta “esta boca es mía”. Al contrario: usted le daba lo que quería y un poco más. No hablemos ya del señor Aznar, que incluso llegó a “hablar catalán en la intimidad” cuando le convino un socio que le acariciase el lomo. Hipócritas… eso es lo que son ustedes.

Recuerdo que, en aquella época, muchos decían eso tan manido de “un Jordi Pujol es lo que necesita Andalucía”. Ya ven… ¡todo un modelo de comportamiento! Si hubiesen sabido entonces que el molt honorable daría con sus huesos en un tribunal veinte años más tarde para justificar lo injustificable, igual no pensarían de la misma forma.

También sería necesario recordarles a los andaluces que nosotros ya tuvimos un padre de la patria andaluza, Blas Infante, del cual se cumplieron ayer 132 años de su nacimiento. Y no vi muchas concentraciones, ni homenajes, ni recuerdos, ni manifiestos por las calles. Ni tan siquiera balcones o plazas engalanadas con la verde y blanca. Una efeméride que pasa, un año más, sin pena ni gloria. Así es como Andalucía recuerda a sus mártires… así es como pagamos a nuestros héroes. 

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