Doñana y sus frentes abiertos

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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¿Cuándo y cómo se va a repoblar la zona afectada? ¿Cuáles serán las consecuencias de esos proyectos gasísticos?

Este sábado al atardecer apareció el fuego, que sabemos con certeza que es intencionado, cerca del Parque Natural de Doñana. Entre Moguer y Mazagón, las llamas se propagaron en apenas unas horas y el fuego avanzaba hacia el sureste, camino de la zona que es catalogada como Parque Natural por la Junta de Andalucía. Poco después, entró en terreno del Parque Natural, haciéndose crítico a la media tarde de ayer el incendio: 50.000 personas retenidas en el entorno de Matalascañas al cortarse las dos únicas salidas por carretera de esta población costera. "El Acebuche", uno de los centros de cría del lince ibérico —el Zoo de Jerez es otro de los cuatro repartidos por Andalucía—, se veía también amenazado. El plan de evacuación pudo rescatar a catorce de los 27 linces ibéricos, el resto fueron liberados a su suerte para poder escapar del fuego en el caso de que llegara. En el transporte de los catorce, debido al estrés, murió Homer, una de las hembras más fecundas.

Andalucía debe prepararse para lo que le viene. El fuego es una amenaza cada vez mayor para nuestra tierra a causa del cambio climático, pero tampoco se habla de aumentar los recursos en prevención. Ni del fuego, ni del gas, ni del agua. Y es que aunque el fuego en Doñana sea portada hoy en todos los medios de comunicación, no lo ha sido durante todos estos años, por ejemplo, la sobreexplotación agraria —en muchos casos ilegal—, ni la especulación urbanística en su entorno, los riesgos por la cercana explotación minera o los jugosos y oscuros negocios gasísticos disfrazados de beneficiosos para la zona, proclamados incluso de "interés público" por la administración. Así lo es, por ejemplo, el proyecto Marismas de Gas Natural, que muchos colectivos ecologistas, sociales y políticos llevan denunciando desde su aparición y del que los medios se han hecho eco de una forma muy light y en algunos casos hasta esperpéntica, acusando a los ecologistas "de no contar la verdad". Gas Natural asegura que este proyecto no afectará al entorno, que generará empleos en la zona. El proyecto da risa: "Consiste en extraer las reservas adicionales de gas existentes, y una vez agotado el gas, el yacimiento volverá a tener la función de almacén que ha desempeñado durante millones de años". Me quedo mucho más tranquilo. Una actuación muy natural, como su gas y como la ley de recalificación de montes, aprobada hace tres años, que contempla precisamente la recalificación de terrenos "de interés público".

Tampoco fue portada —pese a aparecer en un conocido programa de televisión que tampoco abordó todos los frentes abiertos en Doñana— la sobreexplotación agraria en la zona del entorno de Doñana. Parece que de ello no se puede hablar, porque pone en riesgo el empleo de muchas personas. Muchas personas, hay que recordar, que han ampliado o han empezado a hacer negocio en un entorno en el que no está permitido y nutriéndose de agua de forma ilegal. Uno de los mayores problemas de Doñana de cara al futuro es precisamente ese: se ha comprobado que durante los últimos años, Doñana tiene niveles inferiores en sus acuíferos y en sus zonas pantanosas.

Y son solo dos de los riesgos que se suman a la especulación urbanística en el entorno donde se originó el fuego o al ya conocido —o conocido hace dos décadas, cuando sucedió un accidente— de la explotación minera en el entorno de Aznalcóllar, que ha sido reabierta precisamente. Cuando sucedió, nadie se lo esperaba, pero varios investigadores y periodistas ya habían avisado del peligro real que suponía en aquellos años.

A estas alturas, me pregunto por qué no sale en la televisión Felipe González —quien abandonó el Consejo de Participación de Doñana para ser consejero de las empresas promotoras del proyecto Marismas—, asegurando que esto no tiene nada que ver con sus sucios negocios. O por qué no hablan la Junta de Andalucía y el Gobierno Central —este es quien tiene la competencia directa sobre el proyecto gasístico— de los problemas reales que tiene Doñana. ¿O es que una de las reservas ecológicas más importantes de Europa tiene que quemarse para ser el epicentro de la información mediática? ¿Qué protección real tiene Doñana en su entorno y en los distintos espacios naturales que lo componen, catalogados como Parque Natural —Junta— y Parque Nacional —Estado—? ¿Cuándo y cómo se va a repoblar la zona afectada? ¿Cuál es el futuro que le depara a sus acuíferos? ¿Cuáles serán las consecuencias de esos proyectos gasísticos?  ¿Por qué no se habla de Doñana y sus frentes abiertos?

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