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Fui cabo primero de artíllería en el regimiento de artillería número 74 de Jerez durante mi servicio militar. Años 1983/84. 20 meses de mili. Eran otros tiempos. O hacías la mili o hacías la mili. No podías objetar. La hice voluntario para no perder los estudios. Y a partir de ahí, pues hablo con conocimiento de causa. Recuerdo que una de las cosas que más me chocó cuando entré en el cuartel fue ver a un cura con pistola al cinto. Es chocante, no me digan que no. El cura también estaba haciendo la mili. Bueno, cuando llevaba sotana se quitaba la pistola, justo es decirlo. Pero de militar, su pistola colgada.

No veo mal celebrar el aniversario del vínculo de este regimiento con Jerez. Han estado juntos durante mucho tiempo. Hasta ahí, bien. Son entidades civiles: ayuntamiento y ejército. Forman parte del Estado, vale, venga, lo comprendo dentro de la actual estructura del Estado. Pero no mezclemos churras con merinas. Llamo disparate cívico religioso a  esta parada por varios motivos.

Uno, unir ejército con religión. No. Estamos en un estado laico y eso pues no se puede tolerar. Es un disparate mezclar la figura de un paso de semana santa con el ejército. Lo mismo que si un regimiento lo viéramos meditar según el budismo en un parque de una ciudad. O si lo viéramos desfilar por las noches con ocasión del Ramadán. O verlos desfilar celebrando la fiesta de la pascua judía.

Que no. El Ejército forma parte del Estado y no debe mezclarse con ninguna confesión religiosa.

Dos. ¿Qué evangelio leen los padres capuchinos? ¿Qué evangelio lee el obispo de Jerez? Desde luego, el que leo yo, no.

Un fusil es un arma ejecutora. La cruz es otra arma ejecutora, en este caso, romana. Entonces ¿cómo rodear a Jesús de Nazaret (mi paz os dejo, mi paz os doy) de armas ejecutoras? ¿Usted lo entiende? Yo no. Es más, es casi una ofensa al sentimiento de los cristianos. Los fusiles matan. Matar es el pecado más grave que puede cometer un cristiano. ¿Y vienen a rodear a Cristo con fusiles? NO.

Y tres. Jurar. Jurar no vale para nada en un acto civil. Porque jurar es poner a Dios por testigo, con lo cual, ya el juramento no es válido para las personas ateas. Si no crees en Dios no tiene para ti ninguna validez que pongan por testigo a algo que para ti no existe.

Jurar tampoco vale para nada si eres creyente pero no crees en el Dios del que jura. Si eres católico, jurar por Alá no te sirve, porque Alá según el catolicismo no existe. Si juran por el Dios de los judíos, por Buda, por Brahma, más de lo mismo. Tampoco vale el juramento.

Incluso en el caso de compartir la misma fe, el juramento no vale. Si juras por el mismo Dios en el que yo creo ¿quién me garantiza que tú te lo tomas en serio si por tu actitud en la vida te comportas totalmente al contrario de lo que nuestro Dios exige? Tampoco vale.

Lo que vale es prometer por nuestra persona. Por nuestra conciencia. Por nuestro honor. Algo tangible para todo el mundo. Pero prometer por uno mismo parece mucho más difícil que dejar esa responsabilidad a un ente que determinada gente ve.

Lo dicho, la parada militar, vista desde lo civil y lo religioso no tiene ni pies ni cabeza.

Entonces ¿por qué lo hacen? Yo creo que es porque los políticos no saben qué inventar para juntar a la gente y hacerlas felices durante un rato. Saben –porque son humanos como nosotros aunque muchos de ellos se sientan formar parte de una casta superior– que los humanos somos gregarios. Nos gusta estar juntos. Nos gusta que nos dirijan. Desfilar. Que piensen como nosotros. Sí, reconozcámoslo. Es pura antropología. Nos gusta ir a conciertos juntos. Cantar juntos. Canciones e himnos. Nos gustan los tambores que marcan el paso. Nos gustan las trompetas en el más absoluto silencio. Forma parte de nuestro ser. Y funciona. Somos felices por un rato, por eso lo hacen. Y harán más cosas parecidas. Mucho espectáculo de masas. En el fondo es lo mismo. Más fútbol. Más televisión que nos haga reír. Más cosas que nos distraigan y nos hagan pensar colectivamente según marca la norma, y nunca desde la individualidad.

A los políticos les tiemblan los pies y se le caen las cosas de las manos cuando ven que su status puede caer. Por eso organizan circos, como el César. Mucho me temo que nos quedan muchos espectáculos por ver. Estén atentos a sus pantallas.

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