La sin nombre.
La sin nombre.

Continuando con mi columna que inicié la semana pasada relacionada con nuestra Verbena de Mayo, quiero decirles que de todos es sabido que desde hace años y de forma progresiva los adjudicatarios de las casetas han ido contratando a empresas especializadas en servicios de catering o bien a bares y restaurantes de la zona para que se hagan cargo de la explotación comercial de la caseta.

Este tipo de contratación lo veo muy bien porque así nos garantizan un servicio profesional y con condiciones higiénicas sanitarias que antes eran difíciles de encontrar... pero ahí empieza el problema que deriva en los altos precios que pagamos actualmente por comer y beber en las casetas. Me explico:

1.- Si el adjudicatario en el contrato de explotación de su caseta le pide al hostelero una cantidad exagerada de dinero (de 3.000 a 6.000 euros), además de una cena gratis para los socios, que cierre mediodía para el disfrute en privado de éstos y también un 20% de descuento en las cuentas de los socios, está claro que el comerciante esa cantidad de dinero ya pagada al adjudicatario la va a recuperar a costa de nosotros los consumidores pagando cantidades desorbitadas incluso más caras que comer en el mejor restaurante de la ciudad.

2.- Todavía quedan decenas de casetas que aun estando a nombre de asociaciones, colectivos, grupos de amigos o socios, etcétera, ya no tienen ese fin, al desaparecer la asociación, el colectivo o el grupo hay personas que se han quedado en propiedad la titularidad y por ende negocia con los hosteleros al igual que el punto 1 con la diferencia de que éste se lleva a casa varios miles de euros haciendo un negocio en negro y prohibido por las ordenanzas municipales, (y no seré yo quien los delate).

3.- Todo este entramado provoca que haya casetas que al final no se abren por falta de acuerdo entre adjudicatarios y hosteleros, si bien el año pasado fue una situación comprensible porque las ferias de Sevilla y Jerez coincidían en el día de cierre y de inicio de las respectivas celebraciones (día 11 de mayo de 2019) y escasearon por tanto los hosteleros de la provincia sevillana (Lebrija, Utrera, etcétera). No obstante, sigo manteniendo que el número de casetas que se adjudican en la actualidad es excesivo y de ahí que aparezcan “mamarrachos de montajes” en los últimos días donde el ayuntamiento hace de celestina y busca a la desesperada alguien que les cubra el hueco “con menos papeles que un conejo de campo”.

4.- Desde aquí hago mi propuesta al concejal señor Rubén Pérez para que le diga a la alcaldesa que sobran al menos 20 casetas en el recinto y que estos sitios deben ser ocupados por caseteros que llevan años pidiendo la ampliación de 1 a 2 módulos. Una caseta de un módulo es un “cuchitril” donde apenas hay sitio para bailar y lo peor es que solo disponen de un aseo y de una cocina de espacio imposible para las necesidades de electrodomésticos y enseres que se necesitan para una digna explotación por parte del hostelero.

Bueno, aquí me quedo con mi moneda aún en el aire a la espera de la tercera columna y final de esta “penosa trilogía”.

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