Desnudarse engancha

El tiempo une, desune, engendra y mata. El tiempo hace posible la comunicación o no. El tiempo te hace prudente, paciente, sencillo, humano y hasta divino.

25 de mayo de 2025 a las 20:56h
Una persona se pone unos tacones para bailar flamenco.
Una persona se pone unos tacones para bailar flamenco. MANU GARCÍA

Hablaba ayer con mi hermana, en la previa a un espectáculo flamenco que ella y sus compañeras de clase estaban a punto de dar, sobre lo nerviosa que estaba pero las ganas que tenía. Comentaba que el momento en el que de repente cambia la luz y hay una que te enfoca mientras el público torna a negro es pura adrenalina. A mí me pasaba también cuando hace años formé parte de un musical: nada superaba a de repente, ser tú frente a todos. Ya no había tiempo para prácticas: lo que era, era.

Lo mismo me pasa cuando mando, por fin, la versión definitiva de un texto al periódico. Pulsar “Enviar” siempre me genera inquietud y liberación. Hace tiempo que no sentía esa sensación, tras la muerte de mi madre tuve un bloqueo importante y todos los textos que salían de mis dedos eran demasiado íntimos como para mostrarlos. Desnudarme emocionalmente durante esos meses me ha costado trabajo, tanto que no lo he hecho.

Porque desnudarse, en cualquier contexto, implica ser visto, y que quieran verte. Y no siempre se da el proceso comunicativo que a los filólogos nos encanta: emisor, receptor, mensaje, código, contexto, ruido, canal y retroalimentación. Yo le añadiría uno que aunque no sé yo si sería muy correcto en realidad, en mi mente es muy lógico: el tiempo.

Para que dos personas se puedan comunicar se deben dar dichos elementos, pero también estar en el mismo momento de atención. Sí, me dirás que eso tiene que ver con el contexto, ruido y retroalimentación, y tendrás razón. Pero es que el tiempo es tan importante que se merece un espacio para él solo.

El tiempo une, desune, engendra y mata. El tiempo hace posible la comunicación o no. El tiempo te hace prudente, paciente, sencillo, humano y hasta divino. Su mano derecha, el ritmo, ejecuta con más o menos gracia, solo hace falta ver a un grupo de personas bailando, por ejemplo, salsa. El ritmo del que tienes en frente ha de acompasar al tuyo para que el baile luzca bonito, si no, el traspié está asegurado.

Pero cuando todos los elementos comunicativos están activados y el tiempo y ritmo de emisor y receptor son parecidos, la comunicación es posible y se hace la magia. Desnudarse y sentir al que se desnuda es un placer que además engancha. Metafórica y bíblicamente hablando.

A mi hermana y a mí nos gusta mostrarnos, es un hecho. Y a ti que me lees, puede que también. Ignoro si estamos en el mismo momento vital, pero te animo a que te desnudes, en la manera en la que prefieras: bailando flamenco, salsa, escribiendo, hablando... Lo peor que te podría pasar es que te vean tal y como eres, creo que el riesgo merece la pena.

Bueno, y si no te apetece, tan fácil como no hacerlo. Yo me he llevado unos meses con el corazón envuelto en telas negras, como Bernarda Alba. Pero si tienes la ocasión, no tengas miedo a que cambie la iluminación y todo se ponga negro, porque eso querrá decir que la luz la tienes sobre ti.

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