Antonio Saldaña junto a Jaime Espinar, este pasado jueves en el Ayuntamiento de Jerez. Autor: PP
Antonio Saldaña junto a Jaime Espinar, este pasado jueves en el Ayuntamiento de Jerez. Autor: PP

Parece que Antonio Saldaña ha emprendido su enésimo viaje a ninguna parte con la última de sus ocurrencias, la que lleva por nombre Jerez Connected. Esperemos que éste sea un viaje menos accidentado que el que emprendió después de aquella comida en la que según él mismo se estaban fraguando proyectos importantes para la ciudad y que terminó como el rosario de la aurora y su visita a la comisaría de guardia, aunque en esta ocasión ha tomado sus precauciones y viaja de copiloto.

Dice Martínez, el hombre de confianza de Saldaña para esta expedición en busca de lo desconocido, con la osadía de los neófitos en este arte truculento de las vanidades políticas, que Jerez Connected es la única revolución posible y de la mano del líder se ha puesto en ello como si de un nuevo episodio de Al filo de imposible se tratara. Es de agradecer que Saldaña trate de alegrar nuestras vidas con sus continuas ocurrencias y sus osadas travesías en unos momentos en que nuestro horizonte vital aparece cubierto de nubarrones que presagian tempestades casi bíblicas.

Y todo ello mientras la alcaldesa, Mamen Sánchez, intenta hacer frente de la mejor manera posible a la terrible enfermedad que castiga la ciudad y que ha llevado al cierre perimetral de su distrito sanitario. Saldaña ha debido pensar que era este el momento oportuno, como si de un capítulo de El arte de la Guerra se tratara, para pillar con la guardia baja al gobierno municipal de la ciudad ocupado en cosas tan nimias como salir  del atolladero en el que el covid ha sumido a Jerez y su distrito sanitario de la mejor de las maneras posibles, esto es, cuanto antes y con menor número de víctimas posibles. Ha debido pensar Saldaña que nada mejor que un clúster tecnológico para combatir los estragos del virus en la ciudad lo que nos hace recordar a aquellos curanderos que pretendían curar las pandemias con reclamos milagrosos.

Y es que hacer carrera política con la ocurrencia por bandera es muy propio de quien carece de un proyecto definido, en este caso la ciudad de Jerez, y de la estrategia adecuada para conseguir su oscuro objeto de deseo, el gobierno de la ciudad. Los tiempos que corren son tiempos para la épica mientras Saldaña ha optado por la lírica melancólica de los perdedores para deleite propio y de sus exiguos seguidores. Ante el dilema que planteara el gran director John Huston en Evasión o Victoria, Saldaña ha optado por lo primero mientras los demás luchan duramente por lo segundo. En dos años y medio el jurado dictará su veredicto inapelable y a lo más que puede optar Saldaña es al Oscar al mejor cortometraje de ficción.

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