Si alguna distracción encuentro en estos días difíciles en lo personal no es otra que seguir el día a día de la batalla por el control del Partido Socialista que se ha planteado en la provincia con las candidaturas presentadas al Congreso Federal. Y es que hay una de ellas, la encabezada por la Secretaria General, con el Patriarca meciendo la cuna entre tinieblas, que ha decidido teñir de drama y tragedia lo que es costumbre histórica en este partido al tiempo que el mayor ejercicio de democracia interna, la celebración de unas primarias donde la militancia y no la dirigencia decida sobre el futuro más inmediato de la organización.
Y con esto me quiero referir a dos elementos que hemos conocido a lo largo de esta semana, la carta sepia, supuestamente dirigida a la militancia pero publicada urbi et orbe, y el manifiesto carmesí, una oda de halagos de quienes forma parte de la corte palaciega. Ambos instrumentos no dejan de ser en su más pura esencia un ejercicio de propaganda goebbeliana con especial atención a uno de sus principios, el de la orquestación, que se define así: “la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto, sin fisuras ni dudas”. Y es a este principio al que responden tanto la carta sepia como el manifiesto carmesí.
La primera de las dos iniciativas, la carta sepia, es la firmada por una treintena de exalcaldes y alcaldesas del Partido desde la prehistoria de los ayuntamientos democráticos. Vaya por delante mi respeto al trabajo que todos ellos desarrollaron en la reconstrucción democrática de nuestros municipios en las condiciones más difíciles que ha conocido la vida municipal. Y también mi respeto por la decisión de suscribir esa carta abierta a la militancia que donde primero ha llegado es a los medios de comunicación. Dicho esto pienso que el bagaje conseguido por el Patriarca se ha quedado bastante corto teniendo en cuenta que el número de compañeros y compañeras socialistas que han ostentado esa responsabilidad cuadriplica cuando menos al de los firmantes entre quienes no se encuentran los dos con la trayectoria más dilatada en el cargo, con diferencia, como es el caso de Cristóbal Rivera, exalcalde de Setenil, y el que esto suscribe, que algo debemos saber sobre el contenido de la carta si atendemos al dicho de que más sabe el diablo por viejo que por diablo.
En cuanto al manifiesto carmesí, cuanto paralelismo con el perdedor Boabdil, no deja de ser una relación de firmantes que forman parte del reducto de poder institucional que le queda a la Presidenta de la Diputación, bien en su grupo de diputados y diputadas, en sus cargos de confianza o en instancias parlamentarias, práctica histórica en este y otros partidos y de la que yo también me acuso. Pero con esta segunda iniciativa se da cumplimiento literal al principio de orquestación goebbeliano al que antes me refería, presentando la misma idea bajo perspectivas distintas.
Resulta curioso en este punto que tres o cuatro firmantes los son de los dos documentos en un claro ejercicio de desdoble de personalidad que me recuerda aquellas películas del oeste donde los vaqueros, rodeados por los indios y en clara inferioridad, colocaban rifles a lo largo de toda la empalizada y los iban disparando para hacerles creer que eran más. Conociendo al Patriarca entre tinieblas, y visto lo visto, no sería de extrañar que la próxima carta de apoyo fuese internacional y estuviese encabezada por Fabián Picardo y Anne Hidalgo.
Y mientras la propaganda epistolar, clara muestra de nerviosismo y ansiedad, se apodera de la estrategia de la candidatura oficialista la alternativa parece dedicar su tiempo a convencer más que a disuadir de los rivales. Pero esa alternativa, más coral y menos individualista, no puede convertir el objetivo inmediato, ganar la candidatura al Congreso Federal, en unas primarias a la futura Secretaria General como alguno ha dejado caer pensando que estaban haciendo un favor. Cualquier evento temporal tiene tres etapas, pasado, presente y futuro y no es bueno en estos temas subirse a la máquina de Regreso al futuro ni tampoco mezclar los chivos con las cabras.
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