Minutos de gloria: 'sic transit gloria mundi'

El malestar acumulado durante la pandemia busca ahora, en tiempos de guerra, la más mínima grieta en nuestra capacidad de contención para filtrarse al exterior adoptando la forma que cada situación requiere

Minutos de gloria: 'sic transit gloria mundi'. Uno de los piquetes de los paros de los transportistas y, al fondo, una gasolinera en la N-340, en una imagen de esta semana.
Minutos de gloria: 'sic transit gloria mundi'. Uno de los piquetes de los paros de los transportistas y, al fondo, una gasolinera en la N-340, en una imagen de esta semana. JUAN CARLOS TORO

Los momentos que vivimos son momentos difíciles en lo individual y lo colectivo. Si la pandemia nos arrancó la seguridad en el poder del ser humano y nos arrastró lejos de nuestro espacio confortable, el que creíamos inmutable en el tiempo, ahora una guerra, impensable hace tan sólo unos meses, amenaza con rematar la faena que empezó el virus y acabar con nuestras certezas y seguridades e incluso con la confianza en nosotros mismos. 

Por todo ello nos hemos convertido en una sociedad que vive cada día a la que salta. El malestar acumulado durante la pandemia busca ahora, en tiempos de guerra, la más mínima grieta en nuestra capacidad de contención para filtrarse al exterior adoptando la forma que cada situación requiere y adaptándose a cualquier circunstancia económica y social que facilite su expansión, sobre todo a través de ese mundo inquietante de la realidad virtual en las redes sociales. Porque si la pandemia nos golpeó de manera colectiva mentalmente, ahora las consecuencias más cercanas de la guerra nos están golpeando físicamente arrastrando a una buena parte de la sociedad confortable y confortada al mundo, desconocido por ellos hasta ahora, de las dificultades económicas.

El incremento de los precios de la energía y de los carburantes se ha convertido en la punta del iceberg de las dificultades de muchas familias a las que ahora cuesta más llegar a final de mes sin olvidar aquellas que hace ya tiempo viven en la exclusión social a base de crisis económicas reiteradas y pandemias financieras difíciles de vacunar. Y es probablemente en los recién llegados a las dificultades en quienes hace mella con más intensidad la fuga del malestar por cuanto pareciera que no son merecedores de sufrimientos que han visto padecer a otros.

En este contexto es donde aparecen los nuevos caudillos que pretender alcanzar su minuto de gloria liderando el malestar expulsado a la atmosfera que no es poco a pesar de su intangibilidad. Podríamos ilustrar esta afirmación con el líder de la Plataforma de Defensa Nacional del Transporte, el ya archiconocido y por muchos temido Manuel Hernández, quien nunca debió escuchar a la más grande cantar aquellos versos de Manuel Alejandro sobre el amor: “Jamás duró una flor dos primaveras, me alimenté de ti por mucho tiempo, nos devoramos vivos como fieras”.

A mí, particularmente, desde el principio del conflicto hace unas pocas semanas me llamó poderosamente la atención, quizás por deformación profesional, la semántica belicista del nombre de la asociación y del propio cargo de su máximo responsable. Utilizar palabras como defensa y nacional denotaba un sabor rancio de sindicalismo vertical trasnochado lo que unido al populismo irredento de las redes sociales para difundir mensajes y convocatorias hacían pensar en una organización originaria con fuertes raíces en la cultura de los populismos europeos emergentes desde hace ya algún tiempo.

El propio presidencialismo del señor Hernández, ahíto de bienes temporales en otro tiempo y culpable confeso de protagonismo ahora, nos hacía pensar en la importancia que para él tenía conseguir su minuto de gloria con la ministra. Algo que muchos le perdonábamos por respeto a los cientos de trabajadores de buena fe que habían creído en su caudillaje virtual. Pero como cantaba Rocío se le rompió el amor de tanto usarlo, sobre todo de tanto usarlo sin medida.

Y el contexto económico y social que ha arrastrado a los gobernantes al rincón de pensar sigue flotando en el ambiente permitiendo que cualquiera busque su minuto de gloria como está ocurriendo en Cádiz y parte de la Bahía por la compra de los terrenos de Delphi para la instalación de un centro de desarrollo tecnológico vinculado al futbol, olvidando la máxima latina: sic transit gloria mundi, que traducido resulta: así pasa la gloria del mundo, señalando lo efímero de cualquier triunfo.

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