Fadie y Juanma, desvaríos electorales

La verdad es que poco importa el contenido de la conversación entre Juanma y la frisona aunque siempre queda el morbo de saber dónde aprendió el presidente los secretos del habla vacuna

Juan Manuel Moreno, en el Valle de los Pedroches, esta una campaña electoral.
Juan Manuel Moreno, en el Valle de los Pedroches, esta una campaña electoral.

Ha vuelto Juanma, antes Moreno Bonilla, como el cartero por segunda vez, a llamar a la puerta de Fadie, ese hermoso ejemplar de vaca lechera que para el presidente andaluz debe ser como el profeta de Vikingos, una especie de oráculo electoral que le reafirma en su fe de victoria. No es de extrañar la visita toda vez que hemos atravesado el ecuador de la campaña electoral y entramos en territorio de desvaríos. Porque la afición de Juanma por el cuento de la lechera en versión Fadie era tan sólo el pretexto para achacar a Sánchez todos los males del campo andaluz como si Andalucía no tuviese competencias estatutarias en materia de agricultura y ganadería a pesar de su afonía alérgica.

La verdad es que poco importa el contenido de la conversación entre Juanma y la frisona aunque siempre queda el morbo de saber dónde aprendió el presidente los secretos del habla vacuna. El riesgo del encuentro en tierras cordobesas sólo lo corre el ganadero preocupado por si Fadie baja su rendimiento lechero tras el encuentro presidencial y la amenaza velada de Moreno de llevársela a San Telmo, como decía un autentico desvarío que no justifica ni el hecho de estar en campaña electoral. Pero la lucha por el voto rural, determinante en estas elecciones como ya advertía la pasada semana, y el enfoque ruralista del discurso de la extrema derecha han convertido a Moreno en el hombre que susurraba a las frisonas como antes Casado lo hacía con las ovejas. Lo que faltaba después del fiasco del empadronamiento de Olona sería la inclusión de Fadie en el censo electoral para cumplir el deseo de Juanma.

Y en esa cadena de desvaríos con el campo como leitmotiv resulta igualmente impagable el esperpento interpretado por Olona en su visita a una explotación de aguacates y su mitin unipersonal a Juan, su propietario, que el pobre sin comerlo ni beberlo ha pagado los platos rotos de la obligada retirada de los escenarios de la prima dona de la ultraderecha. Veremos si después de la visita el superalimento que cuelga de esos árboles no ha sufrido alguna mutación genética. Repasando su historia familiar al respecto recordaba Olona la figura de su abuelo, pallés en Lleida, con sus manos encallecidas por el cultivo de melocotones olvidando que en Lleida y en Andalucía las manos encallecidas ahora son la de los migrantes jornaleros que en su partido tanto odian. Todo sea por el disputado voto del señor Juan.

Y la otra pata de la coalición gobernante, la representada por el sanluqueño Juan Marín, político raudo donde los haya en el cambio de opiniones, tampoco se ha quedado atrás en esa carrera enfervorizada del desvarío con su más reciente afirmación: "Lo que a Juanma le interesa es gobernar conmigo”, que más allá de subjetividades del que esto escribe ha pasado de la categoría de utopía a la de quimera.

Y mientras tanto la izquierda a la izquierda del PSOE trabaja desde la templanza de Nieto en reparar los desvaríos del previo electoral y la lucha por las listas y algo más. Pero soy de los que pienso que el daño ya está hecho y que por mucho que Inmaculada se afane en repararlo es misión casi imposible. Y Teresa a lo suyo, a continuar dinamitando las posibilidades de la llamada izquierda real que no radical. Y es que Adelante es un desvarío en si mismo fruto del personalismo de la política roteña que viene anteponiendo su propia visión del mundo a la visión colectiva desde hace tiempo.

Y en el PSOE lo fían todo a las bondades institucionales de Espadas que no son pocas pero tampoco suficientes. Aquí el desvarío estuvo al principio de la campaña y de la precampaña cuando creyeron encontrar la piedra filosofal del éxito electoral en preconizar a los cuatro vientos el miedo a Vox. Ahora, una vez llegados al ecuador, parece que el acento se está poniendo en lo que de verdad preocupa a la ciudadanía con un Gobierno de Moreno Bonilla: las listas de espera, el fiasco de la atención primaria, el trato preferente a la enseñanza privada y concertada, las largas listas de la dependencia para nuestros mayores y el enchufismo en los procesos de contratación público o el derroche en el fondo de reptiles para la prensa amiga. Estas son las cuestiones a tratar y ese parece ser el camino emprendido en la última semana de campaña, la más insulsa que recuerdo en mucho tiempo por parte de todos los partidos.

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